La posibilidad de preguntarse por aquello que se presenta como obvio constituyó la fuerza vital sobre la cual el ser humano comenzó a andar sobre la Tierra de un modo que fue, es y será su huella indeleble y acaso única en el planeta.
Precisamente por preguntar lo evidente es que emerge lo que de forma oculta sostiene y hace posible de forma casi incuestionada aquello que se presenta. Es decir, el fundamento. Probablemente, preguntarnos por la universidad en el presente pueda ser considerado una pregunta innecesaria.
Una primera lección es que una pregunta no deja de ser importante por ser innecesaria. De allí que lo innecesario es en ocasiones, el punto de partida para conducirnos a espacios del pensamiento que sea crítico y entonces, aquello que tomamos por dado se tambalea y requiere ser objeto del pensamiento.
La universidad es desde hace décadas, un espacio institucional que ha ganado legitimidad por vías que resultan ser la ruta menos relevante y acaso accesoria del ejercicio universitario. Nos hemos ido quedando con la universidad que produce profesionales y en algunas ocasiones, logra producir conocimiento y los divulga como tarea secundaria, casi accesoria a la primera que le demanda la sociedad. Allí, en la aparente demanda de la sociedad es donde yace el mayor peligro para la universidad como espacio privilegiado para la generación de conocimiento.
La sociedad demanda profesionales, sin duda. ¿Será la demanda más importante? Probablemente el foco en el producto final: el titulado, ha desdibujado la enorme relevancia que tiene la universidad como proceso en el cual, lo fundamental es “aprender a aprender”. Una sociedad que no aprende o, como la llaman algunos filósofos ahora, una sociedad del desconocimiento se erige precisamente por la precariedad que se ha instalado en la universidad que más preocupada por dar herramientas para el futuro profesional, ha descuidado lo fundamental que hace al ser humano un sujeto de aprendizaje: Aprender a aprender. En el presente, eso significa aprender a preguntar y dudar de la respuesta, cuestionar la respuesta y superar la creencia en lo conveniente. En tiempos, donde abunda el acceso a todo tipo de fuentes, con propósitos tan múltiples como intereses que usualmente se ocultan; la posibilidad de que seamos victimarios de la verdad y consumidores de creencias impuestas por otros es sencillamente el resultado más probable.
La universidad deberá ser transformadora porque deberá trascender la sencilla formación de productos para el mercado laboral y generar en consecuencia, nuevos espacios para construir nuevos conocimientos incluso desde preguntas tan innecesarias como esta que comenzamos a formularnos ahora: ¿Qué sentido tiene la universidad en el presente?
Sobre esta pregunta, una reunión de académicos en la UACh Sede Puerto Montt, en el marco de la Escuela Latinoamericana de Pensamiento Sistémico (ELAPDIS) estarán debatiendo del 5 al 7 de octubre.