Diversas noticias en los medios escritos han impactado a la opinión pública en que CONAF ha señalado que Araucaria araucana, especie milenaria declarada Monumento Natural desde 1990, presentaría daños en el 93% de su población a nivel país a causa de probables agentes patógenos que han causado su decaimiento y muerte. Referente a ello, y basados en recientes prospecciones fitosanitarias de esta especie emblemática, debemos señalar que la situación de Araucaria en el país difiere respecto a lo difundido por los medios de prensa.
De acuerdo a lo prospectado en los sitios de estudio de la cordillera de la Costa y de los Andes, que cubren más del 90% de la distribución de la especie, se ha determinado que el daño en sus hojas se encontraría limitado a zonas muy específicas con condiciones de sitio de baja productividad. Por ejemplo, en la zona de Ralco en la región del Bío Bío, se pudo observar que la zona puntual más afectada corresponde a bosques puros de Araucaria ubicados en un sector plano, con un suelo arenoso de baja capacidad de retención agua, donde los árboles (principalmente ramas) fueron susceptibles a daños en sus hojas por hongos e insectos endémicos. Sin embargo, en el mismo sector a mayor altitud, se pudo observar rodales de Araucaria vigorosos, con follaje verde y sano. Similar situación se observa en el Parque Nacional Villarrica, donde hace más de una década se ha observado secamiento foliar –aunque con baja mortalidad- en plantas jóvenes creciendo sobre suelos delgados, desarrollados sobre antiguos flujos de lava y arena volcánica. Distinto es el panorama en la zona de Caramávida y Nahuelbuta, en la cordillera de la costa, donde los bosques presentan buena salud, sin indicios de afectación. Otros lugares que no presentan mayores problemas en la Cordillera de los Andes son Tolhuaca-Malleco, Lonquimay, Icalma y Reigolil.
Como es de conocimiento público, la sequía que ha afectado a nuestro país durante la última década ha tenido diversos impactos en nuestros bosques, siendo los incendios y el decaimiento los de mayor connotación. El proceso de decaimiento es el resultado de complejas interacciones entre diferentes agentes bióticos y abióticos que generan que los árboles vayan lentamente perdiendo vigor pudiendo ocurrir la muerte al cabo de varios años o décadas. En los bosques templados de Chile y Argentina esta situación no es nueva y desde hace varias décadas se ha venido estudiando el decaimiento y mortalidad en bosques de Ciprés de la cordillera y bosques de Coihue y Lenga, donde las condiciones de sequías prolongadas (ejemplo la megasequía de 2010-2015) serían factores de predisposición sobre la pérdida de vigor y muerte de individuos particularmente en sitios desfavorables para el crecimiento de estas especies.
Si bien es de gran importancia el desarrollo de investigaciones que puedan ir dilucidando más precisamente el conjunto de factores que gatillan estos procesos de decaimiento y mortalidad, las voces alarmistas sobre el estado de salud de estos ecosistemas no sé condice con la realidad ni considera otras presiones e impactos quizás tanto o más importantes para la conservación de estos ecosistemas como son los incendios, invasión de especies exóticas y presión ganadera. Es de esperar que esta problemática no pase al olvido como ha sido hasta ahora la situación luego de los grandes y repetidos incendios de los últimos años con consecuencias realmente catastróficas para estos ecosistemas.