El 3 de diciembre del año 2007 marcó un antes y un después en la UACh, un hecho que impactó de tal forma en algunos que sintieron la necesidad de contribuir para que nunca más vuelva a ocurrir un incendio de tal magnitud como el que afectó al edificio de la Facultad de Ciencias en el Campus Isla Teja. Una de esas personas es María Constanza Angulo, quien comparte su experiencia en la Brigada que integra desde su fundación.
“Se nos quemó el edificio, fue un impacto muy fuerte el que sufrimos, perdimos todo. En ese momento hubo bastantes descoordinaciones, cosas que la Universidad pudo haber manejado mucho mejor. Dónde estaban las cosas peligrosas, qué había en cada instituto, qué se podía hacer, qué no se podía hacer… Entregarle más información a Bomberos que era la ayuda que necesitábamos en ese momento. Siempre que hay personas informadas, preparadas en un lugar donde pasa un accidente, el resultado siempre va a ser mejor. Tu puedes prevenir y puedes actuar rápidamente. En una emergencia los primeros minutos son los más importantes que pueden definir cómo va a ser esa emergencia. La mayoría de la gente en la Universidad no sabe usar un extintor. Si lo sabes usar vas lo ocupas y no hay un incendio o puede quedar en un principio de incendio”.
Esta motivación se unió a la de otros funcionarios que coordinados por el Departamento de Prevención de Riesgos decidieron formar la Primera Brigada de Emergencias de la Universidad Austral de Chile, formalmente constituida por una resolución de mayo del 2009.
“El 2008 tuvimos reuniones de trabajo para desarrollar la idea de la creación de la brigada, con el Jefe del Departamento de Prevención de Riesgos de aquella época, César Campos. Se hizo un llamado a toda la comunidad universitaria invitando a los interesados en participar. Llegaron Bomberos funcionarios que tienen ese interés de servir a la comunidad y algunas otras personas”.
¿Cómo describirías la labor que hacen?
“Somos un equipo capacitado en tres áreas: incendios, primeros auxilios y materiales peligrosos para responder, de manera muy primaria, a una emergencia dentro de nuestra Universidad. La capacitación que tenemos no solo considera saber cómo trabajar en una emergencia, sino que también conocer las dependencias. Hemos hecho recorridos en edificios que no son donde trabajamos para conocerlos; sabemos el tipo de construcción, las salidas de emergencias e instrumental de respuesta que tiene cada dependencia. Sabemos quién es el encargado de emergencia en cada edificio, porque si queremos evacuarlo, tenemos que dirigirnos a esas personas”.
María Constanza, Licenciada en Ciencias Biológicas, Doctora en Ciencias mención Biología Celular y Molecular, es profesora de química orgánica, ramo que entre otros contenidos contempla seguridad en los laboratorios químicos, por lo que también enseña a sus estudiantes a reconocer los peligros de una sustancia química. Es Directora de la Unidad de Desarrollo Estratégico y está a cargo de la gestión y administración de un laboratorio. ¿Cómo compatibilizas las funciones de académica y brigadista?
“He podido, dentro de lo posible. Cada brigadista tiene una radio y tenemos una frecuencia solamente para nosotros y en ese canal nos podemos comunicar internamente y además tenemos nuestro teléfono celular. No puedo mantener la radio encendida durante una clase; en una reunión, tampoco… Sí debo estar atentísima cuando estoy de turno en la semana, porque debo partir en cualquier minuto.
La Central de Vigilancia nos activa. Cuando hay una emergencia donde se requiere a la brigada se dice por la radio, que la brigada se activa y en ese momento todos los brigadistas tenemos que concurrir”.
El estamento de los académicos solo está representado por ti en la Brigada ¿por qué tan baja la participación?
“Es un voluntariado, no todas las cosas que haga en mi vida tienen que ser recompensadas. Ser voluntario es no esperar ningún tipo de recompensas, ni monetaria, ni de reconocimiento. Es tu entrega en tiempo para la comunidad universitaria. Yo gano mucho más que plata o reconocimiento, porque tengo un montón de cursos de capacitación que hacen mucho bien en mí.
Soy una persona que tiene bastante visión de cosas que quizás otro académico no tiene, he aprendido cosas que tienen que ver con seguridad, con respuesta a emergencias, con prevenir, eso me nutre y gano mucho más que si fuera remunerada. Me gusta aprender y cuando hay una emergencia salgo corriendo y llego lo más rápido que puedo a un lugar. Eso beneficia a otras personas de la comunidad cuando sufren incidentes, pero yo también puedo sufrir un incidente y no puedo ser tan egoísta como para pensar en un beneficio tan directo como una remuneración o algún reconocimiento.
El desafío es buscar cosas que a uno le motiven, porque cuando uno está motivado hace las cosas de la mejor forma posible. No lo hacemos por obligación, no lo hacemos por cumplir con nadie, lo hacemos simple y sencillamente porque creemos que podemos colaborar y podemos ayudar a otros. Algunos piensan que solo hacemos la cortina de agua para el aniversario de la Universidad”.
¿Crees que la cantidad de brigadistas que hay es suficiente para abordar los diferentes tipos de emergencias?
“Nunca van a ser suficientes. Ojalá todos puedan ser capacitados para responder a una emergencia, sería un ideal. Pero no a todas las personas les gusta, hay personas que ven sangre y se desmayan y pasan a ser parte de la emergencia en lugar de ayudar, pero nosotros apuntamos a que no hay número suficiente. Mientras más personas haya capacitadas y dispuestas a ayudar, es mejor. Si hubiera un brigadista por edificio, habría una persona que en cualquier evento sabe qué tiene que hacer”.