En el año 2014, cuando recorría el bosque Guabún en la Isla de Chiloé, el académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh, Dr. Iván Díaz, hizo un insólito hallazgo: un viejo árbol había caído y en las ramas de su copa crecían pequeños árboles que se habían desarrollado en la copa cuando estaba vivo, y habían sobrevivido a esta caída. El profesor marcó el individuo y sabiendo que esto indicaba una nueva forma de regeneración de los árboles no descrita antes, comenzó a indagar para comprobar si observaba lo mismo en otros bosques del sur de Chile.
“Junto al equipo del Laboratorio de Biodiversidad y Ecología del Dosel encontramos esta evidencia en muchos sitios. El 2019 regresamos al bosque donde vimos el árbol caído en el año 2014, y nos encontramos con que aquellos árboles que habitaban en su copa habían crecido mucho”, explicó el Dr. Díaz.
Lo observado por el académico junto a su equipo ha sido recientemente publicado en la revista Ecology, donde describe que frecuentemente existen plántulas (árboles jóvenes menores a 1 m de alto) y brinzales (menores a 5 cm de diámetro) en la copa de los árboles, que crecen en la materia orgánica acumulada en la copa, en el suelo arbóreo, que actúan como maceteros sobre los árboles.
Para el académico este hecho es muy importante ya que implica que la regeneración en los bosques antiguos puede comenzar arriba en las copas de los árboles.
Si bien, el Dr. Díaz aclaró que existe el término “epifitismo accidental”, es decir existen plantas que crecen de forma accidental en el árbol y luego mueren, no estaba descrito que esto tuviera un rol en la regeneración del bosque. “Puede significar que las nuevas generaciones de árboles están creciendo arriba de las copas, y cuando los grandes árboles hospederos se caen, los reemplazan. Quizás eso les da una ventaja y explica por qué los bosques antiguos son tan heterogéneos, porque las teorías actuales sugieren que el bosque antiguo debería estar dominado por árboles que toleran la sombra, y uno en terreno encuentra una variedad de especies con distintas tolerancias”, afirmó.
En los bosques chilenos y del mundo en general, los troncos caídos son el sustrato donde por excelencia regeneran los árboles, es decir, la gran mayoría de los árboles crece sobre troncos caídos en distintos estados de descomposición. Entonces, cuando los árboles crecen en el dosel, lo que hacen es crecer sobre los futuros troncos caídos.
“Son como un bonsai”
A través de la extracción de muestras, el profesor Díaz y su equipo calcularon la edad de los individuos hallados. El ejemplar más antiguo que encontraron viviendo en la copa de un árbol es un raulí de 114 años y menos de un metro de alto, ubicado en parque Bosque Pehuén, en la Cordillera andina de Pucón. En Chiloé, encontraron un canelo de 47 años y alrededor de un metro y medio de alto. “Su aspecto es como el de un bonsai, ya que en medio del dosel hay poco suelo y posiblemente el agua es más limitada. Cuando el árbol en el que habitan se cae y pueden acceder al suelo del bosque, pueden comenzar a crecer de forma normal”, indicó.
“Esto es muy común en los bosques donde hay árboles centenarios, no sucede en bosques jóvenes. Los árboles centenarios son los que tienen suficiente suelo en sus copas como para que un arbolito nuevo pueda crecer y permanecer allí por décadas. Los árboles jóvenes tipo plantación, no tienen este mecanismo”, señaló y agregó que ha observado este fenómeno desde Isla Mocha hasta el Cabo de Hornos.
“Cualquier persona puede observarlo si afina el ojo, pues es probable que pueda confundirse y pensar que es una rama del árbol y no un árbol nuevo”, comentó el académico. “Inclusive se pueden observar en barrios urbanos de Valdivia, donde, por ejemplo, existen árboles creciendo sobre palmeras”.