Recientemente la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar, le entregó al Dr. Carlos Moreno, académico del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas el galardón “Honor in Scientia Marina”, por su notable contribución a la generación de conocimiento sobre ecología y poblaciones marinas.
Pero más allá del premio, que valora por la relevancia que tiene, la verdadera satisfacción del Dr. Moreno es haber sido precursor de la conservación de aves y mamíferos, en su interacción con la pesquería, a lo que se suma el orgullo de ser parte fundamental en el desarrollo nuevos investigadores formados en pre y post grado de la Universidad Austral de Chile.
El investigador, que se desempeña como académico Ad Honorem en la Facultad de Ciencias, acaba de finalizar un Fondecyt que estudió la extracción del erizo con el fin de proponer nuevas herramientas de manejo para la especie y evitar que el recurso se agote comercialmente. En el último tiempo, ha colaborado en la formulación de un proyecto Fondap, especialmente preparado para el estudio de temas antárticos.
Trayectoria
El académico inició sus estudios universitarios en la Universidad de Chile, donde se tituló como profesor de Biología y Ciencias Naturales en 1970, para más tarde en 1993 obtener su grado de Doctor en Ciencias Biológicas en la Pontifica Universidad Católica de Chile.
Sus primeros años en el mundo de la ciencia los dedicó a la ictiología y con especial interés en el estudio de peces antárticos; sin embargo, una vez que arribó a la Universidad Austral de Chile en 1974, empezó a interactuar con genetistas y académicos interesados en selección, a quienes comenzó a apoyar, pero con la visión ecológica, desde el punto de vista de la interacción del hombre con otras especies de la costa.
Entre otras cosas, el Dr. Moreno ha contribuido a la fundación de la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar (que hoy lo premia); ha sido presidente del Directorio del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP); asesor en temas científicos del Consejo Nacional de Pesca; profesor universitario y tutor de estudiantes de pregrado y postgrado.
Pese de la relevancia de su currículum, el investigador de la UACh resalta un puesto que le trajo muchas satisfacciones desde el punto de vista personal y profesional, que fue el de Representante Científico de Chile en “La Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos” (CCAMLR), actividad que le reportó reconocimiento a nivel global y que le llevó durante años a viajar a Australia para reuniones científicas y de planificación.
Sin ser su especialidad, al Dr. Moreno se le encargó generar un estudio respecto a la mortalidad incidental de aves y mamíferos en pesquería, especialmente la de Albatros, especie símbolo del mundo náutico ya que su población estaba siendo afectada, especialmente en las aguas pertenecientes a Chile.
Para dar con la solución. El Dr. Moreno volcó su mirada a los pescadores artesanales, porque era sabido, que con sus artes de pesca no generaban muerte de aves. En su momento, el investigador se embarcó con ellos y pudo notar que los pescadores para maximizar el espacio en sus pequeñas embarcaciones hacían modificaciones a las líneas, creando una línea secundaria a la cual se le amarraba un peso para que no quedaran flotando y de esta forma la carnada se hundía más rápido que la entrada del Albatros en el agua, evitando que se la comiera y por ende muriera.
El investigador de la UACh recuerda que había que actuar rápido, porque desde Inglaterra ya se había levantado un reclamo formal ante Chile, porque anualmente en la zona austral del país estaban muriendo incidentalmente aproximadamente 1.500 Albatros por año, número importante para un especie que tiene una tasa de natalidad muy baja y su esperanza de vida sobrepasa los 30 años.
El proceso final fue acercarse a los grandes industriales, explicarles el proceso y cómo este beneficia tanto sus intereses económicos, como la protección de las aves. “En realidad a ellos las aves no les interesaban mucho, pero nos dimos cuenta que el nuevo mecanismo, con otras adaptaciones también evitaba que los Cachalotes depredaran los pescados y murieran en ese intento, por lo cual se comprobó que con este nuevo mecanismo, se evitaba la muerte de animales y se optimizaba la extracción, lo que era beneficioso para los actores involucrados”, dijo.
Tal fue el éxito de las nuevas artes de pesca, que de los 1.500 Albatros muertos y en un período de dos años ese número se redujo a cero, por lo que el sistema se reprodujo en otras latitudes, aportando en forma activa a la conversación de especies marinas.
Interacción hombre / naturaleza
Era a fines de los años 70 y la inquietud del Dr. Moreno, respecto a como el hombre además de interactuar con ciertos ecosistemas, lograba modificarlo por el simple hecho de su presencia.
Fue así como en 1978 inició un trabajo pionero en la costa de Mehuín, en un área de manejo en una reserva marina, con la finalidad de comprobar con qué velocidad se recuperaba la zona si el hombre esa apartado del lugar (turistas, pescadores y recolectores).
En ese momento, era posible apreciar en el intermareal rocoso la presencia de muchas algas, que más tarde se pudo comprobar que cuyo paisaje era totalmente artificial, porque una vez creada la reserva, invertebrados herbívoros como lapas empezaron a aumentar su número y de esta forma el consumo de algas, por lo que las rocas en un par de años estaban libres de algas.
En tres o cuatro años la zona se empezó a poblar de erizos y locos, se llevaron a cabo trabajos de exclusión algas con pinturas “antifouling” en las rocas y una serie de experimentos que arrojaron una serie de publicaciones en revistas de alto impacto científico y que siguen siendo citadas hasta el día de hoy.
“Una contribución importante en este aspecto, es que desde ese momento en el país se empezó a diseñar el trabajo de los pescadores y mariscadores con zonas de manejo, término que antes no existía, pero que ahora les daba las bases científicas a las autoridades y a los extractores sobre la importancia de dejar reposar ciertos sectores para que éstos se recuperen y permita una actividad pesquera sustentable”, señaló el Dr. Moreno.
El investigador recuerda que luego empezaron a aparecer las macro algas y casi diez años después, se pudo percibir la presencia del Cochayuyo en el lugar, alga que había sido depredada por su alto consumo, no sólo actual, sino como parte de la dieta de los antiguos pueblos originarios.
Al repasar su carrera, el científico del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas, sostiene que poder contribuir con acciones concretas a la solución de un problema es lo que más le satisface. “Nosotros podríamos haber pintado unos carteles y salir a protestar por la muerte de las aves marinas, sin embargo tomamos el otro camino, nos detuvimos a pensar cómo era posible solucionarlo, hasta que dimos con la respuesta”.
El Dr. Moreno valoró las nuevas camadas de investigadores de la UACh y del país. Sostuvo que hay gente muy brillante y que seguramente serán una contribución a la ciencia nacional. “Yo me enorgullezco de los doctores que he formado, porque todos están en muy buenas posiciones, lo que habla bien no sólo de la formación que entrega la UACh, sino la visión ecológica y de conservación que se impregnó en estas aulas”, concluyó.
Conferencia
Este jueves 20 de junio el Dr. Moreno dictará la conferencia “Dos líneas de investigación en Ecología Marina para entender y mitigar impactos humanos”. Esta se realizará a las 10,30 am en el Salón Auditorio de la Facultad de Ciencias, Edificio Emilio Pugin.