“El mercado de tiburones es cada vez es más restrictivo porque hay algunas especies que no soportan una explotación intensiva”. Así lo indicó el académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile (Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas), Dr. Julio Lamilla, quien participó en el Panel de Expertos de la FAO 2012, el cual estuvo encargado de evaluar las propuestas de enmienda a los Apéndices I y II en relación con el comercio de especies acuáticas explotadas.
El académico –que es un referente internacional en su especialidad- fue convocado por “su capacidad individual como un reconocido experto en biología del tiburón tanto a nivel regional, como de gestión y no como representante de un país u organización”. El Grupo Asesor se reunió entre el 03 al 08 de diciembre de 2012 en la FAO, en Roma, Italia.
“Esta reunión se vinculó a la inclusión de especies amenazadas al CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), que es un acuerdo concertado entre los gobiernos que tiene por finalidad velar por un comercio internacional de especímenes de animales y plantas silvestres que no constituya una amenaza para su supervivencia. Las especies en CITES I tienen prohibición total, mientras que las de Cites II poseen restricciones a su comercio que debe ser certificado”, explicó el Dr. Lamilla.
Concretamente en Italia, contribuyó junto a otros investigadores a entregar un fundamento científico a la FAO para incluir nuevas especies a CITES. Se aprobaron cuatro que están bien respaldas y hay otras tres que aún deben seguir trabajándose y que requieren de más fundamentos. “Estas regulaciones afectan principalmente a especies del Hemisferio Norte, que son las más disminuidas. En este encuentro se aportaron antecedentes que muestran que el comercio libre es muy letal para las poblaciones de tiburones, por lo cual hay que regularlo. La propuesta fue pasar estas especies al apéndice 2, en que tú para exportar necesitas mostrar que tus pesquerías son sustentables”, recalcó el investigador.
“Los más afectados con esta regulación son los asiáticos. Ellos por cultura consumen aletas de tiburón, a las que les atribuyen supuestas propiedades afrodisiacas, y tienen un mercado increíble en Hong-Kong donde llegan de todo el mundo. Ellos se ven afectados porque hay países donde compran a granel y relativamente barato, pero en otros países deben demostrar que estas pesquerías son sustentables y tienen que invertir en eso, lo que hace que aumente el precio”, dijo.
“Este comercio está perjudicando las poblaciones de tiburón porque es un 2% lo que se aprovecha. Y por otro lado, no vas a cultivar en criaderos tiburones para obtener sólo el 2%, porque es ilógico. No puedes criar vacas para vender colas, aunque tenga un buen precio”, ironizó.
Oportunidades para Chile
A juicio del académico UACh, en Chile es posible hacer buenos estudios y desarrollar una pesquería sustentable de tiburones que contribuya a satisfacer un mercado exótico donde la comercialización de aletas tiene un alto precio en Asia, por ejemplo mil dólares el kilo y cien dólares el plato con unos cuantos cartílagos deshechos.
Junto a las aletas se puede aprovechar la carne de tiburón –por ejemplo de Marrajo, Toyo o Pez Ángel-. “Toda la Albacorilla que comes de Los Vilos al norte es tiburón. Es un truco que inventaron porque si ofreces un plato de tiburón la gente no lo compra porque tiene la idea de que estos peces se comen a los humanos. Pero la carne de tiburón es como la de cerdo pero más sana. Sin embargo, en Perú, en Colombia y Ecuador el consumo es mucho más abierto que acá”, señaló.
Actualmente existe una pesquería que se realiza en el norte del país en el mes de febrero, exclusivamente de Marrajos, que llegan muy cerca de la costa (a 20 millas) y que miden hasta dos metros y medio de largo. Esa carne y aletas se va casi toda al mercado de exportación, el cual no está regulado.