El pasado 10 de abril se promulgó en el Diario Oficial la Ley 21.660 sobre protección ambiental de turberas, un tipo de humedal muy característico que se ubican entre las regiones de Los Ríos y Magallanes y que representan el 50% de los humedales en el mundo pero que están bajo una tremenda amenaza.
Celebramos con mucha ilusión esta promulgación, porque las turberas son las campeonas en la retención de carbono y en la mitigación de emisiones de CO2 que tanto perjudican al planeta y nos tienen en este estado de inestabilidad climática. Además, estos ecosistemas tienen características muy particulares que las hacen únicas en el mundo: poseen una capa profunda de turba, un enorme depósito de restos orgánicos -principalmente plantas- que se pueden acumular por miles de años; están cubiertas de musgo “pompón”, excelentes captadores de lluvia y humedad atmosférica; y son los mejores retenedores de CO2, entre otros servicios ecosistémicos.
Sin embargo, están bajo amenaza dado que su musgo pompón (Sphangnum sp.) es explotado muy masivamente para su uso principalmente como sustrato en jardinería y cultivos, por lo que esta ley permitirá regular su extracción mediante la intervención del Servicio Nacional de Biodiversidad y Áreas Protegidas y del SAG. A través de esta ley se podrá mejorar sustancialmente la fiscalización y la mejor forma de cosechar (cuando sea justificado) de manera sustentable las turberas, pompones o mallines, nombre que reciben dependiendo del lugar en que se encuentren.
Las leyes nunca son perfectas pero son fundamentales para regular su uso sustentable, porque además de ser campeonas en la absorción del CO2 de la atmósfera, también entregan otros servicios ecosistémicos muy importantes, sobre todo aquellos relacionados con el agua, que están ligados al bienestar de las comunidades y el planeta en general.