Este mes se cumple un año desde que la Universidad Austral de Chile certificó el Sistema de Gestión Energética (SGE) después de un proceso que implicó ajustar procedimientos asociados al consumo de la energía a los estándares de la Norma Internacional ISO 50.001:2018 en los Campus Isla Teja y Miraflores, con el propósito de mejorar su desempeño energético y bajar sus impactos en el medioambiente.
En ese contexto y en el marco de la celebración del Día Mundial de la Eficiencia Energética, Pablo Ojeda, líder del Sistema de Gestión Energética en la UACh, destacó: “El 2020 tuvimos un consumo básico de energía en las instalaciones producto de la modalidad de trabajo virtual que impuso la crisis sanitaria. Esta situación nos permitió conocer el nivel de consumo bajo estas condiciones versus un año de consumo normal que conocimos con la línea base de la auditoría energética realizada el 2019”.
En el Campus Isla Teja, la reducción del consumo eléctrico real en comparación con la proyección para 2020 fue de un 30,9%, y para el caso del campus Miraflores, fue de un 44,4%, en términos de kWh.
Consecuente con la dinámica de mejora continua que caracteriza al SGE, también se evaluaron proyectos de mejora tecnológica en energías renovables no convencionales para algunos edificios. “Trabajamos en el diseño y evaluación económica de sistemas fotovoltaicos (energía solar) para el edificio Nahmías en el Campus Isla Teja y en el edificio 8000 en Miraflores”, precisó Pablo Ojeda.
Cabe recordar que el Día Mundial de la Eficiencia Energética se celebra como un llamado a reflexionar sobre la importancia de utilizar la energía de manera más eficiente y promover la conciencia de cuidarla. La efeméride se instituyó el 5 de marzo de 1998, cuando se realizó la primera Conferencia Internacional de Eficiencia Energética en Austria.
Se entiende por eficiencia energética al conjunto de acciones que permiten optimizar la relación entre la cantidad de energía que se consume y los productos y servicios que se obtienen. Se logra implementando diversas medidas e inversiones a nivel tecnológico, de gestión y de hábitos culturales en la comunidad.
Este año, la celebración tiene una connotación especial ya que en enero fue aprobada la primera Ley de Eficiencia Energética en Chile, cuerpo normativo que viene a promover el uso racional y eficiente de los recursos energéticos para contribuir a mejorar la productividad, la competitividad económica y la calidad de vida de las personas, sin descuidar el medioambiente a partir de la reducción de las emisiones de contaminantes.
En esa línea, la Ley de Eficiencia Energética (LEE) genera herramientas para enfrentar la crisis socioambiental derivada del cambio climático. Se estima que esta ley permitirá ahorros de energía de emisiones directas de CO2 de hasta 28,6 millones de toneladas al 2030, aportando a las metas del compromiso de Chile de mitigación de gases de efecto invernadero para el sector energético.
En ese sentido, el haber implementado un Sistema de Gestión Energética y certificarlo en la Norma ISO 50001:2018 es un camino que la UACh ha avanzado y que está en plena sintonía con el espíritu de la Ley de Eficiencia Energética en la medida en que esta norma define un marco para evaluar la forma en que se consume (y genera) energía; para diseñar estrategias de mejoramiento en los procesos de consumo energético (eficiencia energética) y para medir el impacto de distintas estrategias en una organización entre otros lineamientos generales, por lo tanto, le exige a una organización el conocerse, el conocer sus capacidades y estar en constante evaluación de su impacto ambiental.
Para el Dr. Lorenzo Reyes, académico del Instituto de Electricidad y Electrónica de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería, esta certificación es un paso fundamental para que nuestro impacto sobre el medioambiente sea minimizado. “Es una etapa mínima en cualquier organización para poder mejorar la forma en que gestionamos nuestras necesidades energéticas, en particular nuestras necesidades de calefacción y electricidad”, indicó.
Formación de capital humano
En el ámbito nacional, la formación de capital humano en estas materias es fundamental. Al respecto, Jéssica Miranda, jefa del Área Educación y Capacitación de la Agencia de Sostenibilidad Energética, destacó: “Las instituciones de educación superior están cordialmente invitadas a ser parte del futuro energético sostenible para Chile”.
Y explicó: “La Ley de Eficiencia Energética traerá nuevos e importantes desafíos en la formación de capital humano, porque aborda distintos sectores y a cada uno exige mejorar estándares, información, reportabilidad, procesos. Implica sí o sí que cada una de estas industrias incorpore profesionales y técnicos competentes, con visión de futuro e innovadores que aporten en ámbitos como el hidrógeno verde (reconocido como combustible), transporte eficiente, calificación energética de viviendas e implementación de Sistemas de Gestión de la Energía, entre otros”.
En la UACh, un ejemplo son los cursos sobre sistemas eléctricos de potencia en los que el Dr. Reyes da a conocer a los estudiantes los mecanismos que presentan la tecnología y el mercado para poder minimizar el impacto de nuestro consumo energético en nuestro planeta. “En particular, les muestro cómo poder manejar, desde un punto de vista técnico, la integración masiva de recursos energéticos renovables (sol, viento, geotermia, etc.), de manera de que el costo para la sociedad sea el mínimo”, detalló.
Estos temas también son abordados por sus estudiantes de titulación: “Normalmente se ven enfrentados a proyectos en los que deben diseñar sistemas energéticos con el menor impacto medioambiental y maximizando el aprovechamiento de la energía disponible de fuentes renovables, es decir, buscando estrategias de eficiencia energética”, señaló Lorenzo Reyes, quien además dirige el Centro de Tecnologías de Energías Innovadoras (INVENT UACh).
Eficiencia energética y calidad de vida
“La mejor energía es la que no se usa de manera innecesaria”, afirma Jéssica Miranda, junto con explicar lo importante que es en una organización poner énfasis en los beneficios de la eficiencia energética. “Es necesario visualizar cómo con cada acción de eficiencia energética, incluya o no una inversión, logramos mejor calidad de vida, por ejemplo, con artefactos más eficientes que faciliten su vida”, señaló.