“El desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”. Esta frase del preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos –en adelante Declaración– da cuenta del horror del holocausto, proclamando la urgencia de establecer una norma común de conducta para todos los pueblos y naciones que refleje por primera vez que los derechos humanos deben protegerse en el mundo entero.
A 75 años de la aprobación de la Declaración es imprescindible reafirmar nuestro compromiso individual y colectivo con los valores y derechos que su texto consagra. Lo anterior demanda un rol activo de toda la comunidad en la construcción de una sociedad más equitativa y justa que reconozca, proteja y defienda la universalidad de los derechos humanos.
Chile ha suscrito una veintena de tratados internacionales sobre derechos humanos, incorporando asimismo diversas reformas a la legislación. Destaca la tipificación del delito de tortura, trata de personas, crímenes de lesa humanidad y genocidio, femicidio, ley de inclusión laboral, reconocimiento de derechos de las personas en la atención de salud mental, entre otros. Pese a lo anterior, según la última Encuesta Nacional de Derechos Humanos 2022 del Instituto Nacional de Derechos Humanos, el 62% de las personas encuestadas considera que en Chile no se respetan los derechos humanos. En adición a lo anterior, desde el año 2001 a la fecha la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dictado 15 sentencias contra el Estado de Chile por vulneración de derechos humanos.
¿Cómo disminuir esta brecha entre el compromiso de Chile ante la comunidad internacional y el respeto efectivo de los derechos humanos en nuestro país? Desde el Estado, fortaleciendo la institucionalidad de derechos humanos y los mecanismos de control ante vulneraciones. Desde la Universidad, promoviendo el respeto de los derechos humanos en la formación de sus estudiantes y en la generación de investigación académica de excelencia en este ámbito. Desde la ciudadanía, se requiere que las personas defiendan y hagan suyos los derechos humanos, pues como advierte Elie Wiesel “la indiferencia, es un arma peligrosa. Casi tan nociva como la injusticia”.