El Dr. Rodrigo Morales, investigador de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral de Chile (UACh) y experto en sanidad forestal, lleva algunos años estudiando los bosques de araucarias, y en este último tiempo ha observado cómo ha evolucionado la sequedad foliar que ha debido enfrentar esta especie en algunos sectores en su distribución natural.
Su evaluación se basa en monitoreos y mediciones realizadas junto a su equipo de trabajo en 18 parcelas permanentes establecidas en la distribución natural de Araucaria araucana, desde el 2016 a la fecha.
Consultado referente al supuesto aumento de la superficie afectada de araucaria que hoy llegaría al 98,3% de la distribución natural, el Dr. Morales señala: “Nuestra opinión técnica, como equipo de trabajo, es que estos resultados están sobreestimando la superficie afectada, por falta de ajuste de los criterios sanitarios empleados en esas evaluaciones”.
“No puedes considerar un árbol afectado si presenta una rama seca o dos en la copa. No discriminas causa ni etiología alguna desde el punto de vista entomopatológico. No discriminas si la o las ramas secas corresponden a la poda natural, por ejemplo, o la acción natural (alimentación) de algún agente de la rica entomofauna o micoflora presente y que ha coexistido con araucaria”, afirmó.
En su opinión, primero se debe definir qué es lo “normal” en cuanto a ramas secas en la copa (rangos o umbrales) por la acción de estos microorganismos, su poda natural, entre otras causas. “Teniendo como base esta información se puede proceder a evaluar qué es lo “anormal” de encontrar como sequedad en la copa (delta adicional de sequedad), como criterio básico y técnico en el estudio de la salud de bosques de araucaria”, enfatizó.
Evolución
El Dr. Morales y su equipo del Laboratorio de Salud de Bosques y Ecosistemas, compuesto por el Dr. Cristián González y MSc. Marcos Aravena, han determinado en las parcelas de monitoreo en la distribución de araucaria, una estabilización de los porcentajes de sequedad foliar en los árboles y de regeneración evaluada. Esto –explica- se debe probablemente al aumento de las precipitaciones cordilleranas en los lugares mayormente afectados (precipitaciones desde junio de 2016 a la fecha), como la Reserva Nacional Ralco, Trongol Alto (Curanilahue), Los Paraguas. “Incluso el vigor y verdor de otras especies presentes en el dosel y sotobosque es notoria”, agrega.
“Dentro de los monitoreos se evidenció la rebrotación de individuos de araucaria que incluso lo habíamos catalogado como muertos en evaluación del año 2016. Araucaria es una especie fascinante desde el punto de vista de su resiliencia frente a estrés de cualquier índole”.
Por otro lado, de acuerdo a los resultados dendrocronológicos de la tesis de Magíster de la Ingeniera en Recursos Naturales Tania Gipoulou, el período de megasequía 2010 – 2015 afectó notoriamente a esta especie, principalmente en la distribución norte de araucaria como lo es en la Reserva Nacional Ralco y en Trongol Alto en Curanilahue, Región del Bío Bío, siendo mayor el efecto de sequedad foliar, ramas y deterioro por microorganismos nativos, en zonas de suelos más delgados y donde araucaria crece como bosques monoespecíficos.
Debido al aumento de precipitaciones en los últimos dos años en las zonas cordilleranas, el investigador y su equipo observan una respuesta de rebrotación optimista, pero es cauto y explica que igualmente existe incertidumbre frente a escenarios climáticos cambiantes en cuanto a sequías, principalmente en la distribución norte de araucaria, ya que hacia el sur los bosques no presentan mayores problemas sanitarios, como en las zonas de Icalma, Nahuelbuta, Malacahuello y Lonquimay. “Por ello debemos monitorear permanentemente esta respuesta de rebrotación, trabajar interdisciplinariamente entre los actores del mundo académico, gubernamental, privado y social para optimizar los recursos e investigaciones, con la finalidad de contribuir en la conservación de esta emblemática especie”, sostiene.