*Ver video del mechoneo “Muro Sonoro del Duce” aquí
*Ver noticia de todos los ganadores aquí
Las carreras de Arquitectura, Artes Visuales e Interpretación Musical, que desde el 2014 están unidas bajo la Facultad de Arquitectura y Artes, fueron las ganadores del concurso “Mechoneo en Buena UACh 2015”, en la Categoría Responsabilidad Social Universitaria, por lo cual recibirán $150.000.
Esta es la 7ª versión del concurso que busca promover valores como el compañerismo, buen trato, respeto por las personas y el medio ambiente y que es organizado por los Programas UACh Vive Saludable de la Dirección de Asuntos Estudiantiles, Campus Sustentable -que coordina el Comité de Sustentabilidad- y la Unidad de Responsabilidad Social.
El Decano de la Facultad de Arquitectura y Artes, Prof. Roberto Martínez, destacó la importancia de este reconocimiento indicando que “el mechoneo que se realizó en la Facultad y que involucró el compromiso y proactividad de estudiantes y docentes de nuestras tres unidades, es ejemplo de mística, entusiasmo, ética y alegría. Esperamos que esta tradición se consolide y que contagie al resto de la comunidad, ya que no es solo algo de estudiantes sino que involucra a todo el cuerpo docente y la comunidad universitaria”.
El Muro sonoro del Duce
En 1780 el ingeniero aragonés Antonio Duce inició, por orden de la corona española, la construcción de un cerco para proteger Valdivia de posibles ataques.
Complementaria a la misión defensiva de los torreones, esta obra urbana de diferentes materialidades poco durables, desapareció lentamente durante el siglo XIX. Hoy ha sido señalizada como límite de un valioso centro histórico.
En el 2013, gracias a un proyecto Fondart encabezado por Felipe Araya, fueron pintados círculos rojos en diversas calles de Valdivia para identificar los lugares donde estuvo emplazado el “Muro de Duce”, el que unió los torreones del barro y de Los Canelos.
Este año 2015, gracias a los estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Artes, nuevamente el famoso muro volvió a estar en la agenda del arte en Valdivia. Así, cerca de 150 estudiantes participaron del evento el cual consistió en la elaboración de instrumentos musicales de vientos, cuerdas y madera, en base a la reutilización de plásticos, maderas, cartones y desechos en general, para luego realizar el día del mechoneo una caravana musical, que consideró un recorrido con banderas con los mismos círculos rojos creados por Felipe Araya en el año 2013. La marca partió en el Campus Isla Teja y finalizó en la esquina de las calles Yerbas Buenas y General Lagos con música y danza.
Uno de los coordinadores de la actividad, Prof. Emil Osorio, destacó que “se ha generado una muy buena coordinación ahora que la facultad está en marcha. Hay una relación más fluida entre las carreras, lo que es un beneficio importante al momento de generar actividades de arte como éstas”.
En la organización del evento participaron estudiantes de cursos superiores y académicos de las distintas carreras, como Karin Vera profesora de Artes Visuales y Eva Muñoz del Conservatorio de Música.
Historia
El territorio que ocupa Valdivia ha sido un lugar habitado desde tiempos prehispánicos. Según las crónicas de Mariño de Lovera, previo a la fundación de la ciudad española por parte de Pedro de Valdivia en 1552, aquí ya existía un asentamiento indígena con viviendas, siembras, cementerio y espacios comunitarios.
Durante el siglo XVI, su cercanía con el Puerto y la Bahía de Corral la configuró como un punto estratégico para el comercio y la defensa del territorio. Hacia fines de ese siglo, en 1599, un gran alzamiento indígena destruyó Valdivia y la ciudad fue abandonada por casi medio siglo.
Su importancia geopolítica hizo que en 1645 una expedición refundadora llegara a la Bahía de Corral con los planos para construir allí un gran complejo defensivo, hoy conocido como los Castillos del Fin del Mundo. Paralelamente, en 1647, Constantino Vasconcelos fue el encargado de diseñar y construir la ciudadela de Valdivia, una pequeña villa que no superaba los 300 metros por lado.
Hacia fines del siglo XVIII la ciudad ya había crecido significativamente, contando con unos 3.500 habitantes entre españoles, mapuches y esclavos. Los lavaderos de oro ya habían desaparecido y la principal actividad económica era la maderera, incluyendo elaboradas piezas de mueblería y carpintería de ribera.
El temor a posibles ataques de corsarios o a un nuevo alzamiento general de los mapuches persistía. En 1599 no sólo habían arrasado Valdivia, también otras seis ciudades del sur. Ante esto, en 1767, una orden real instruye la construcción de un muro que cierre el frente de tierra de la ciudad, rodeada por extensas zonas de humedales y lagunas. Luego, en 1774, el gobernador Espinoza Dávalos ordena la construcción de dos torreones, hoy conocidos como “Del Barro” (calle Picarte) y “Los Canelos” (calle Gral. Lagos), principales testimonios materiales del pasado colonial que guarda Valdivia.
En 1780, el ingeniero aragonés Antonio Duce cumpliría la orden de 1767, iniciando la construcción de un cerco de distintas materialidades, que seguiría el perímetro de las colinas y taludes del territorio poblado. Los torreones, aunque sin relación estructural con la muralla, quedaron unos 30 ó 40 metros dentro de ésta.
Era el ocaso de la Colonia y el Cerco Duce nunca llegaría a erigirse sobre cimientos apropiados y en materiales sólidos. Tal vez los únicos cimientos más sólidos serían los dos malecones perpendiculares entre sí que luego originaron las calles Camilo Henríquez y parte de Yerbas Buenas. El cerco no fue durable y desapareció lentamente durante el siglo XIX.
El viajero alemán Paul Treutler observó restos de los muros cercanos al Torreón Los Canelos, alrededor de 1860. La muralla aparece por última vez en documentos de bienes raíces, en 1896 y 1912, en la mención de unos deslindes de terrenos cercanos al Torreón Del Barro.