El arándano se clasifica dentro de los berries o frutales de baya, junto a frambuesas, moras, zarzaparrillas y a los berries nativos como maqui y murta, que están comenzando a producirse comercialmente, sin embargo, el primero es lejos el más importante en nuestro país y en la zona sur, tanto en superficie como en los volúmenes de producción y exportación.
En esta época del año, donde comienzan a bajar las temperaturas y a aumentar las precipitaciones, las plantas van entrando en su periodo de receso después de haber cosechado su fruta. Las hojas van devolviendo los nutrientes a la madera y van cayendo lentamente, a excepción de las variedades de hoja persistente, que mantienen gran parte del follaje durante el invierno.
Los patógenos asociados al cultivo, van siguiendo el ciclo de su hospedero y comienzan también a entrar en receso. Inician la producción de estructuras de resistencia o de reproducción sexual que les permitirá sobrevivir las bajas temperaturas del invierno y que serán parte fundamental del inóculo de la temporada siguiente.
Sin lugar a dudas, el hongo Botrytis cinerea sigue siendo el principal patógeno del arándano, provocando enfermedades de pre y post cosecha, al infectar flores, ramillas y frutos, provocando desde tizones a la tan temida pudrición gris de frutos, considerando el proceso de exportación. En otoño, el hongo disminuirá su producción de conidias y comenzará a formar esclerocios -una masa de micelio compactada y deshidratada- que quedará sobre madera atizonada o en el suelo del huerto, asociado a fruta infectada que cayó al momento de la cosecha.
En segundo lugar, pero no menos importante, tenemos los patógenos de madera, donde existen varios géneros que pueden estar presentes en un huerto, a veces presentando infecciones mixtas sobre las plantas. Entre ellas encontramos especies de Diaporthe (Phomopsis), Botryosphaeriacea (Neofusicoccum) y Pestalotiopsis, causantes de cancros en ramas, ramillas y muerte regresiva de éstas.
También podemos encontrar Chondrostereum purpureum, el hongo causante de plateado, caracterizado por causar pérdida de vigor progresiva, cambio paulatino en el color de las hojas, necrosis de la madera y finalmente muerte de la planta. Sobre tejidos infectados y madera muerta se desarrollarán los cuerpos fructíferos de estos hongos, que le permitirán resistir el invierno y permanecerán ahí hasta primavera, donde germinarán y comenzarán su nuevo ciclo de infección.
Por lo tanto, el otoño-invierno es el momento ideal para hacer los manejos dirigidos a disminuir o eliminar el inóculo primario para la próxima temporada de crecimiento.
Manejos
Uno de los manejos que podemos hacer en esta epoca del año es una aplicación de fungicida químico o biológico de postcosecha, para disminuir la cantidad de inóculo y evitar la formación de las estructuras de resistencia, que se mencionó con anterioridad. Con esto tendremos menos patógeno al inicial la temporada de crecimiento.
Otro punto crítico es la poda, debemos aprovechar este manejo para hacer una remoción de las ramillas afectadas, lo que se conoce como “poda de limpieza o poda sanitaria”. La caída de las hojas nos ayudará a ir reconociendo la presencia de cancros o zonas de color marrón afectando parte o la totalidad de ramas y ramillas, con la presencia o no de estructuras reproductivas de alguno de los hongos asociados.
Es importante instruir al personal para que reconozca estos síntomas en el huerto, como también sobre la importancia de ciertas prácticas de sanitización, como desinfectar las herramientas de poda entre planta y planta, para no distribuir el hongo dentro del huerto desde plantas infectadas a plantas sanas, y el ir pintando los cortes de poda con una pintura fungicida de naturaleza química o biológica, para evitar la entrada de los patógenos por estas heridas.
Una vez realizada la poda, es importante no dejar en el campo los restos de esta, ya que ahí se desarrollarán y permanecerán los cuerpos fructíferos, liberando el inóculo de igual manera en el inicio de la primavera. Lo más recomendable es sacarlos del huerto y quemarlos. En el caso, que la incidencia de enfermedades de madera sea baja, se puede triturar e incorporar los restos de poda al suelo, para facilitar su descomposición.
Dentro de las medidas sanitarias, debemos arrancar las plantas muertas o muy afectadas, y preparar el terreno para su reemplazo, aplicando alguna enmienda orgánica que mejore el equilibrio de las poblaciones microbiológicas del suelo.
Complementando el cuidado fitosanitario de un huerto de berries, también es necesario un adecuado manejo de insectos plagas, debido a que el daño que ocasiona al alimentarse, abre la puerta a algunos patógenos, produciendo un doble doble daño en la planta.
Y finalmente una adecuada fertilización de postcosecha, dejará la planta nutrida, saneada y lista para tener un buen receso y una vigorosa brotación en primavera.
Artículo publicado en la Revista Campo & Tecnología