Una investigación enfocada en anfibios y reptiles de vida silvestre entrega evidencia de que existe al menos una especie de estos grupos que no experimenta la etapa de senescencia, es decir, no presentan un aumento del riesgo de morir a medida que envejecen, a pesar de ser especies muy longevas, donde los individuos pueden llegar a vivir más de 100 años. Esta es la principal conclusión a la que llegó un trabajo colaborativo liderado por la Dra. Beth Reinke, de Northeastern Illinois University, junto a 114 autores, donde se utilizaron datos de monitoreo en poblaciones de vida silvestre de 77 especies de diferentes lugares del mundo.
El trabajo fue publicado recientemente en la revista Science, artículo en el cual participa como coautor el investigador Dr. Andrés Valenzuela Sánchez, profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral de Chile y presidente de la ONG Ranita de Darwin.
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“Es conocido el hecho de que el riesgo de morir aumenta a medida que envejecemos, este es un proceso natural llamado senescencia. Si bien en humanos la longevidad ha aumentado considerablemente durante las últimas décadas y el inicio de la senescencia ha sido retrasado hacia edades más tardías, principalmente porque las personas llegan a edades avanzadas en un mejor estado de salud, la senescencia es aún parte inevitable de nuestra vida”. Así explicó el Dr. Valenzuela el término senescencia.
Pero esta realidad no aplica a todos los animales, de acuerdo a lo demostrado por el estudio, donde se incluyeron especies de ranas y sapos, salamandras, lagartos y serpientes, cocodrilos, tortugas y el tuátara.
Los científicos estudiaron durante años, e incluso décadas, a 107 poblaciones de 77 especies de anfibios y reptiles de diversos lugares del globo. Solo con esta información las y los investigadores pudieron desentrañar los misterios sobre el envejecimiento que escondía este grupo de animales. “Por un largo tiempo muchos científicos pensaron que los animales de vida silvestre, a diferencia de los humanos, morían antes de llegar a la etapa de senescencia, y que entonces no valía la pena investigar el envejecimiento en estas especies. Hoy sabemos no solo que la senescencia ocurre comúnmente en animales de vida silvestre, sino también que múltiples especies han logrado escapar a lo largo de su historia evolutiva de este proceso biológico que nos parecía inexorable”, comentó el Dr. Andrés Valenzuela.
De acuerdo con la publicación, entre las causas que llevarían a algunos anfibios y reptiles a presentar una senescencia lenta, o a no presentar senescencia del todo, se encuentran la presencia de caparazón en tortugas o de veneno y otras toxinas en diversas especies de reptiles y anfibios. “Estos mecanismos protectores pueden reducir la tasa de mortalidad. Por lo tanto, es más probable que esas especies vivan por más años y eso puede llevar a la evolución de una senescencia más lenta o a la total ausencia de esta”, indicó Beth Reinke.
Este estudio también mostró que en anfibios y reptiles existe una gran diversidad de patrones de senescencia, mucho mayor que la observada en aves y mamíferos, con especies que envejecen muy rápido y viven pocos años, como la ranita arbórea de Moller, que vive alrededor de cuatro años, y otras que envejecen muy lento o no envejecen y viven muchos años, como el tuátara, que puede llegar a más de 130 años en condiciones naturales.
Para los científicos constatar con datos empíricos esta gran diversidad implica un cambio de paradigma en cómo entendemos la evolución del envejecimiento en animales, lo que puede servir también para mejorar nuestra compresión del proceso de envejecimiento en humanos.
El estudio resalta la importancia de los monitoreos a largo plazo en poblaciones de fauna silvestre, los que lamentablemente han sido muy poco frecuentes en algunos lugares del mundo. “De las 77 especies consideradas en este estudio, solo se incluyeron tres especies de anfibios de América del Sur, África o Asia, mientras que la mayoría de los datos fueron obtenidos en especies de América del Norte, Europa y Oceanía. En América del Sur, la ranita de Darwin fue el único anfibio incluido en el estudio”, señaló Andrés Valenzuela.
El investigador de la UACh y el equipo de la ONG Ranita de Darwin llevan nueve años monitoreando diversas poblaciones de la ranita de Darwin en el bosque nativo del sur de Chile, especie famosa y única en el mundo porque el macho cuida a los renacuajos en su saco vocal. “El monitoreo a largo plazo de poblaciones de ranita de Darwin nos ha permitido no solo entender el proceso de senescencia en esta especie, sino que también está aportando información crucial para diseñar, implementar y evaluar acciones de conservación para proteger esta especie en peligro de extinción”, indicó.
Agregó que este estudio permitió determinar por primera vez y con precisión la longevidad de las ranitas de Darwin en la naturaleza, la cual es cercana a los ocho años, aunque algunos individuos excepcionalmente longevos pueden llegar a vivir más de 10 años.