Cipriano Zambrano Lizama, Coordinador del Programa, destacó que “la emotividad, cariño y confianza expresada por cada mamá vino a confirmar que el trabajo iniciado por el equipo fue importante para ellas, significando un aporte efectivo en la mejora de la calidad de vida de sus hijos e hijas”.
Indicó asimismo que “las acciones que tímidamente se iniciaran hace dos años y que implicaron, tanto el acompañamiento semanal desplegado por la dupla de intervención compuesta por la Psicóloga Viviana Martínez y la Trabajadora Social Valeria Barría; como la gestión de beneficios a cargo de Claudia Bertín, Gestora de Red del Programa, poco a poco fueron dando sus frutos, hasta culminar en lo que las propias familias denominaron como una experiencia inolvidable”.
La estrategia de acción tiene como plataforma básica la intervención psicosocial “a cargo de una dupla compuesta por una Psicóloga y una Asistente Social, cuyas acciones son acompañadas de una serie de beneficios de tipo psicológico, médico, judicial y psicopedagógico dispuestos para todas las familias que lo necesiten”, explicó el coordinador, “esta forma de organizar el trabajo de intervención busca posibilitar la construcción paulatina de espacios de autonomía y gestión propia en cada familia.”
“Gráficamente, podríamos decir que partimos tomados de la mano, dejando, a medida que el tiempo pasa, que cada niño, niña o adolescente beneficiario, en conjunto a sus núcleos familiares, pueda construir sobre sus propios aprendizajes significativos, hasta estar en condiciones de hacer frente a todas aquellas situaciones que puedan, a futuro, significar algún tipo de riesgo para su núcleo. En ese momento soltamos definitivamente sus manos.”
Abriendo Caminos en la Vida de las Familias
En el marco de la jornada de cierre del programa Caminos UACH, cada madre, abuela o cuidadora tuvo la posibilidad de expresar el significado de esto dos años. Es así como una usuaria (abuela a cargo de una niña de 11 años) señaló: “Me sirvió mucho, poder hablar, porque antes yo no hablaba nada, hasta poder defenderme, expresarme, su apoyo me ha servido harto.” “Nos ha ayudado a conversar como familia, ahora yo hablo con mi hija.”
Otra de las beneficiarias (abuela de un niño de 9 años), refiriéndose a los integrantes del programa, señala: “los tíos pasaron a ser parte de nuestra vida, uno se acostumbra a verlos, a compartir con ellos, el programa nos ayudó mucho. Mi nieto subió sus notas con la ayuda de la tía –psicopedagoga- nos dieron consejos y nos ayudaron a comunicarnos mejor”.
En la misma línea, una tercera participante (madre de una niña de 8 años) destacó que “lo que más me queda es que me sentí no discriminada, como una persona igual al resto, antes iba a una oficina y me daba miedo decir que tenía a alguien preso, porque me miraban con una cara. Me acompañaron en estos dos años, estuvieron ahí preocupados siempre.”
Una última beneficiaria, (madre de un niño de 4 años), dijo: “me ha ayudado harto, siento más responsabilidad, más seguridad con mi hijo, me ayudaron a corregirme, porque uno con autoridad, no se da cuenta como lo hace, cuando no lo está haciendo bien, ahora le tengo más paciencia porque yo antes me enojaba y le gritaba y lo mandaba a acostar.”