Pesar generó en la Universidad Austral de Chile la noticia del fallecimiento del Dr. Darío Menanteau-Horta el pasado 11 de enero en Estados Unidos. Nacido en San Fernando el 28 de diciembre de 1937, estudió Periodismo en la Universidad de Chile y Sociología en la Universidad Católica de Chile. Con una beca de la Fundación Fulbright viajó a la Universidad de New Hampshire para hacer una Maestría y empezó su Doctorado en Sociología en Cornell. Terminó este programa en la Universidad de Minnesota en 1967, donde también conoció a su esposa, Diana.
Cercano a Jorge Millas, permaneció durante tres años a mediados de los setenta en la Universidad Austral de Chile desarrollando una intensa actividad académica y humana que permitió consolidar las ciencias sociales, especialmente en el área de sociología rural. El ex Rector y ex Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades UACh, Prof. Carlos Amtmann, recuerda que fue iniciativa del académico de origen colchagüino plantearle a Millas (quien en ese entonces era Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias Sociales) su interés de permanecer un tiempo en la Austral, que contaba con el recientemente creado Departamento de Sociología que aglutinó los esfuerzos que estaban dispersos entre varias macrounidades; todo ello en una época marcada por la dictadura militar.
En una entrevista realizada por los profesores Freddy Fortoul y Juan Carlos Skewes publicada en la Revista Austral de Ciencias Sociales se abordó su vínculo con la UACh. “A mediados de 1972, siendo profesor de un curso interamericano ofrecido por la OEA en Buenos Aires, tuve ocasión de pasar a Santiago y conversar sobre temas universitarios con don Jorge Millas, Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile. De esta entrevista surgió la idea de desarrollar algunos posibles vínculos académicos entre Chile y Minnesota. Desde 1967, me desempeñaba también como Cónsul Honorario de Chile en Minnesota y ésta era una oportunidad de explorar esos vínculos. Con el apoyo del Decano Millas, en Chile, y del Dr. William Wright, Director de los Programas Internacionales de la Universidad de Minnesota, comenzamos el diálogo y la búsqueda de recursos. A comienzos de 1973, estando casi con un pie en el avión para ir como profesor a un curso auspiciado por la UNESCO en Nigeria, recibí la información de la Oficina de Programas Internacionales que podría financiar parte de un programa académico de sociología en Chile”.
Aporte a la UACh
El Prof. Amtmann destaca que el principal aporte del Dr. Menanteau-Horta fue el cultivo de la sociología rural, intensificándose lo que ya era preocupación del Departamento de Sociología de la UACh en ese entonces. “Darío nos impulsó mucho a tener relaciones con algunas instituciones para conocer su quehacer, lo que tiene que ver con su trabajo periodístico. Un caso de estudio bien interesante fue el de la radio La Voz de la Costa en Osorno, el que abordó el tema medios de comunicación y campesinado”.
Otro aspecto interesante es que “Darío en alguna medida introdujo en las unidades que trabajan ciencias sociales el diálogo, la confrontación de ideas y de experiencias, que es una manera de vivir la Universidad. Entonces eso se juntaba en el ambiente con lo que se podía llamar la cultura Jorge Millas”, señala Amtmann.
En el plano más humano, plantea el ex Rector, el académico aportó en lo que era la relación entre las personas y la importancia de la conversación, del hablar pausado, del escuchar y del respetar la diversidad de opinión, cuestiones que en la época en que Darío estuvo en la Universidad eran álgidas por las condiciones políticas que se vivían. “Por eso mismo durante su permanencia en la Universidad tuvo el respeto del Rector delegado Pedro Palacios y la verdad hizo un aporte en lo humano, en lo académico, en la investigación y en la formación de los estudiantes”, dice.
También introdujo la permanente preocupación por las relaciones internacionales. Teniendo el contacto de numerosos sociólogos de la época provenientes de un amplio abanico de escuelas sociológicas e ideológicas, impulsó la realización de un importante seminario sobre el rol del sociólogo, al cual asistieron una gran cantidad de especialistas, generando un libro posterior al encuentro. Ya en ese momento había logrado que se incorporara a UACh una figura de la sociología rural norteamericana: el Dr. George Donohue, que estuvo algunos meses.
Pero su atención también estuvo puesta en lo local y lo cercano. Anticipándose a la preocupación por los poblados y ciudades intermedias realizó el «Proyecto Pandora» en Paillaco, que se enfocó desde distintos ámbitos, con un lenguaje bastante transparente y de análisis crítico de la situación política y social. A partir de esta iniciativa surgieron otros esfuerzos de investigación tales como uno realizado en La Unión y Valdivia sobre la «demanda por justicia», y otro en Lago Ranco, donde el objetivo eran los factores relacionados con la educación, orientación vocacional y problemas de la juventud en el sur de Chile.
Un estudio que hizo arrojó valiosa información sobre el perfil y las condiciones económicas de los estudiantes de la Universidad Austral de Chile y sus familias. La discusión sobre este perfil con el Rector delegado de ese tiempo, Gustavo Dupois, sirvió para detener, por lo menos por ese año y el siguiente, el alza en las matrículas y aranceles universitarios recomendados por el Ministerio de Educación del Gobierno Militar de esa época, se consigna en la entrevista en la Revista Austral de Ciencias Sociales.
En la estadía del académico colchagüino también se creó el desaparecido Centro de Estudios Sociales del Desarrollo Rural (CESDER), cuya proyección fue la creación en 1984 del Magíster de Desarrollo Rural -uno de los programas de postgrado más antiguos de la Universidad-, que hoy se imparte en forma conjunta por las Facultades de Ciencias Agrarias y Filosofía y Humanidades, con la colaboración de las Facultades de Ciencias y de Ciencias Económicas y Administrativas.
Asimismo, participó junto a su esposa de una intensa actividad social más allá de lo académico, residiendo durante toda su estadía en la Casa 6 dentro del Campus Isla Teja -en lo que hoy es la Facultad de Cs. Jurídicas y Sociales-.
Motivaciones y vocación social
El ex Rector UACh rememora que “Darío fue una de las primeras personas que se dedicó a investigar la sociedad rural chilena con una proyección latinoamericana. En ese entonces eran muy relevantes fenómenos como la pobreza rural, la concentración de los recursos y la migración rural, provocando muchos problemas en las ciudades. Ese era el mundo rural de los años ´50 y ´60”.
En la entrevista de la Revista Austral de Ciencias Sociales se menciona que Darío Menanteau-Horta era un académico, en el sentido profundo del término. La modestia y la necesidad de aprender eran, en su opinión, los elementos principales de la academia. El mismo prefirió hablar de «vida académica» y no de «carrera», puesto que ésta «tiene un sentido quizás más utilitario, finalista y angosto, en comparación a una forma de vida académica que implica entrega, dedicación y compromiso». Su vocación era la de conocer, vocación que reconoce un destino cierto: «Una función importante de la vida académica es la enseñanza y esta actividad, más que ninguna otra, nos obliga a ser sinceramente modestos».
Cuando le preguntaron sobre ¿qué experiencias lo atraen hacia el mundo de la sociología rural?, él respondió: “Ingresé como reportero al Diario «El Debate» y al Servicio de Prensa y Relaciones Públicas de Caritas Chile, donde el presidente era, en ese tiempo, el sacerdote salesiano, ‘Padre Raúl’, nuestro Monseñor Silva Henríquez. Lo que más recuerdo de esos años era la fuerza creadora que había en Caritas Chile bajo su liderazgo. La lección que aprendí de él es aquella que los seres humanos no podemos estar ajenos al proceso de cambio social. Es quizás esto lo que nos permite identificar como atributos y responsabilidades humanas el ser partícipes de la labor creadora de un mundo mejor”.
En la entrevista recordó que “fue como periodista de ‘El Debate’ que asistí a una conferencia de prensa en la cual el Rector de la Universidad Católica, Monseñor Silva Santiago, presentaba a un joven sacerdote belga, Roger Vekemans, quien sería el Director fundador de la Escuela en esa casa de estudios. La personalidad carismática y la idea que la sociología, como una nueva disciplina en Chile, podría ayudar al desarrollo nacional, atrajo mi interés para seguir estudiando. Así fue como me integré al primer curso de esa escuela”.
Carlos Amtmann aporta con otro antecedente: “Su orientación por las temáticas y las organizaciones con las que se vinculó tienen que ver un poco con su origen de familia de Colchagua, un mundo rural bastante postergado en aquella época. Influye a su vez el tema del campesinado como clase social importante para entender el desarrollo de los países en América Latina, Chile incluido. Eran actores fundamentales, al mismo tiempo, algunas instituciones de la sociedad latinoamericana y chilena como la hacienda y el inquilino, próximos a la reforma agraria. Sin duda Darío fue un hombre de inspiración humanista y cristiano”.
Personalidad rica en valores positivos
Sobre su personalidad, el ex Rector no duda en destacar su estrecho apego a su familia, pese a la distancia, por lo que sus viajes a Chile eran relativamente frecuentes. Lo que incluyó también visitas a Valdivia y reuniones con amigos y excolegas de UACh como el profesor Amtmann.
Otro académico que lo recuerda es el Dr. Germán Pequeño, profesor adjunto ad honorem de la Facultad de Ciencias UACh, quien conoció a Menanteau-Horta cuando él era egresado de la Universidad de Chile y con su hermano participaban de actividades en la Federación de Estudiantes FECH.
El Dr. Pequeño comenta que luego, en los años ‘70, se volvió a encontrar con Darío, “un profesional altamente calificado, con un matrimonio ejemplar y una esposa muy trabajadora y alegre (Diana), junto a sus hijos e hijas. Estaba muy preocupado por la situación que se vivía en Chile y creo que, sin decirlo, su esposa también lo estaba. A Darío le impactó el conocer las condiciones en que vivían y estudiaban muchos jóvenes de la UACh e hizo una investigación que conmovió a toda la Universidad y alrededores, al menos. Descubrió el caso de una niña -la mejor alumna de su carrera- que vivía en un camión, en el cual su dueño en las tardes le ponía el toldo para protegerla de las lluvias. Así podría relatar otras experiencias, como ejemplo de su interés y dedicación de lo académico y social”.
Añade que “quienes fuimos sus vecinos en el Campus de la UACh lo recordamos como una persona muy tranquila (pero no dormida), expresivo, respetuoso, objetivo, un maestro. Además, de muy buen humor y amigo de las conversaciones. Aquellos días que compartimos en el Campus, ya fuesen de sol o de lluvia, quedaron imborrables en nosotros”, expresa el destacado ictiólogo.
Para el científico, son relevantes sus valores cristianos: la solidaridad, el apego a la verdad, la fe (no solamente religiosa), la honestidad, etc. “En este terreno fue ejemplar y dejó huella en quienes lo conocimos. Su preocupación por la academia era muy grande y allí, los valores de la libertad de enseñanza, la vida de un académico (si desea ser un ejemplo para sus alumnos), la rigurosidad en sus métodos de estudio, el compartir conocimientos, etc., reflejan una personalidad muy rica en valores. En este sentido, obviamente, Darío Menanteau va más allá de lo que fue su contribución en las universidades aquí mencionadas, pues su obra y su figura excedieron los límites geográficos de Estados Unidos y Chile. Un gran hombre”, añade el Dr. Pequeño.
Todo esto transforman a Darío Menanteau-Horta en una persona entrañable que deja una imborrable huella en quienes lo conocieron y también entre los que tarde o temprano sabrán valorarlo como fuente de un río que sigue fluyendo, pese a su silente presencia.