Sin duda el sistema de valores vigentes está en constante mutación y la saturación de mensajes nos conduce a una cierta inmunización que nos permite una irreverencia social y comportamientos de consumo hedonista; esto ya lo advirtió John K. Galbraith en 1958.
Hoy vivimos prosperidad incomparable junto con una pobreza persistente, además de mayores oportunidades y una discriminación arraigada y el lanzamiento de nuevos estilos de vida contiguo con un acomodo sofocante.
De una dinámica laboral presencial hemos pasado a trabajadores “mentales” con el hacer laboral desde casa. Somos más consumidores de figuras y datos. Y es aquí donde la comunicación y sus diferentes formas toman un rol preponderante; podríamos decir que los groupwares (trabajo en grupo) están de moda y muchas veces descontrolados en su manera de gestionar lo que dicen, y es aquí donde se necesita la construcción de un diálogo fácil y eficiente de parte de todos los agentes participantes de la organización; porque a veces pareciera que hay una competencia entre ellos mismos, sobre todo cuando hay problemas que afectan de manera transversal. No debemos olvidar que la comunicación es un recurso clave para la gestión de todos nosotros y muchas veces los acontecimientos de relaciones humanas, plagados de ambigüedades y afectividad están por sobre los acontecimientos de las tareas productivas.
En un sistema abierto, como el de cualquier organización, la comunicación desarrolla la pauta organizativa y cuando groupwares toman la batuta de manera opulenta, se rompe la estabilidad y el equilibrio que el sistema necesita. Entendiendo, por supuesto que es un sistema social que está vivo, la dinámica debe ser de corresponsabilidad de las partes, ya que cuidar la organización donde se trabaja parece ser una acción competente y necesaria, sobre todo en estos tiempos donde, monitorear, escuchar y reflexionar sobre las observaciones, comportamientos y quejas de los clientes internos y externos de manera abierta y analítica para fundamentar los procesos de mejora, ayudará a la satisfacción y el mejor hacer de todos.
El éxito del cuidado de las formas y la adopción de nuevas ideas nos permitirá mejorar el entorno social, institucional, financiero y comercial. Recordemos que, si seguimos en un entorno turbulento, que por definición es dinámico, complejo, diversificado y hostil, será mucho más difícil recuperar el equilibrio.
Sin duda, la comunicación amablemente utilizada, es un recurso indispensable y vital para el desarrollo, el crecimiento y la innovación en las organizaciones. No siempre, la voz del más fuerte gana.
Esta columna fue publicada en El Calbucano y El Insular de Chiloé (9/08/2023).