Imponente y de una belleza sin igual, el terminado mural de una ballena azul de 32 metros de longitud en el frontis del edificio Emilio Pugin de la Facultad de Ciencias de la UACh, en el Campus Isla Teja, se ha transformado en todo un atractivo para quienes circulan por el campus.
Una obra que tuvo una duración de tres días y que fue dirigida por el artista Francisco Ramos, con la colaboración y asistencia de Alicia Müller, Presidenta de la Fundación Huilo- Huilo, es la ballena a escala real que da vida a una de las murallas colindante al Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas UACh, lugar donde se estudian y realizan diversas investigaciones sobre este mamífero.
La iniciativa gestionada por el académico de la Facultad de Ciencias UACh, Dr. Alejandro Bravo, buscó vincular el destacado trabajo del artista Francisco Ramos, quien por estos días expone su trabajo en el Museo de Arte Contemporáneo celebrando sus 40 años de trayectoria, que lo ha llevado a distinguirse por sus ilustraciones científicas en acuarela, grafito y tinta.
“El mural nace de una feliz coincidencia, en que Francisco Ramos (el autor de la obra) trajo previamente una exposición al MAC. Al conocerlo me transmitió un sueño que tenía: pintar una ballena en tamaño natural. Me preguntó si era posible, yo le dije que me diera un día y en ese día pude ubicar al Decano, Dr. Carlos Bertrán, y él estuvo dispuesto a que se hiciera. Digo que fue una feliz coincidencia porque su sueño era dibujar una ballena de estas características, teníamos el lugar, el Decano estuvo de acuerdo y Francisco tenía el tiempo, incluso pensaba en meses de trámite; y acá en un par de días la respuesta fue positiva”, comenta el Profesor Bravo.
¿Por qué una ballena azul?
El profesor Bravo nos comenta que “tener un dibujo de una ballena nos gusta mucho, creo que será un animal emblemático. Ya es un lugar de peregrinación de niños que vienen a ver la ballena, pero además, representa la fuerza de un animal que está fuertemente atacado y yo me imaginé la propia Facultad y la fuerza que tuvo para salir adelante después del incendio. Una facultad grande, fuerte y que a pesar del incendio que destruyó el edificio, igual fue capaz de levantarse. Yo encuentro emblemático y coincidente, esto pudo resultar gracias al empeño y las voluntades de todos, creo que también va en beneficio directo de la especie, ya que en los pocos días la gente se toma fotografías, se compara y dimensiona el tamaño del animal”, puntualizó el investigador.
Por su parte, Francisco Ramos señala que “fue un sueño, un anhelo personal, en base a dos avistamientos que tuve de ballenas, una vista aérea en Iquique y viajando en barco en Juan Fernández, pudiendo percibir la emoción que transmite este hermoso animal”.
El artista agrega que “siempre quise tener la experiencia de estar parado junto a una de ellas, para experimentar la diferencia de tamaño, con un animal de 32 metros de largo y que pesa 200 toneladas y que tiene una conducta tan dulce, que canta, que viaja muchos kilómetros, se aparea y que tiene una relación con el medio muy armónica y que ha sido tan atacada, llegando a estar en peligro de extinción”.
Un homenaje científico cultural
Ramos comenta que el diseño de la obra le tomó dos semana, recibiendo mucha información de investigadores y académicos de la UACh y que la decisión de hacer una ballena azul se traduce en una suerte de homenaje “debemos tener la capacidad de darnos cuentas de que es un ser vivo, equivalente a un ser humano y que con todo el daño que le estamos haciendo al planeta su desaparición será únicamente responsabilidad de nosotros”.
La ballena está trabajada en base a acrílico con la técnica del pincel, tiene un diámetro de 32 metros y sus colores están basados en capas de pintura, seis en total.
Al respecto el artista señala que “fue gratificante y educativo recibir el aporte de información de expertos como Rodrigo Hucke que nos ayudó con el tema de los colores, dimensiones y la conducta. Alexandra Gangas, otra investigadora, nos aportó su experiencia cuando trabajó con una ballena varada, fue muy ilustrador”.
Con respecto al deterioro de la obra por ser un mural en un espacio abierto, el artista agrega que “estamos consiente que sufrirá los rigores del tiempo por ser un muro exterior, transformándose para mi algo poético, asociado al peligro de extinción que tiene la ballena y el fenómeno del cambio climático”.
Finalmente, Ramos destaca que “queremos generar un impacto visual, social y educativo, para quienes transitan por el Campus, una contribución cultural que busca conmover el cuidado por el medio ambiente y esta especie tan particular, tomando conciencia por su futuro”.