La diversidad sexual se refiere a una característica de la sexualidad humana y se caracteriza por una multiplicidad de expresiones, entre las cuales las más frecuente es la orientación heterosexual, pero en donde conviven personas que se definen a sí mismas como lesbianas bisexuales transexuales y otras categorías más, señala el psicólogo e investigador en adolescencia LGBT+ del Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UACh, Miguel Flores.
Y explica que “todo esto parte de un complejo sistema que involucra tanto a la cultura en donde las personas se desenvuelven como también el proceso de identidad y autoconocimiento que parte desde la más tierna infancia. Históricamente, tiene una carga que ha relacionado el concepto con otras dimensiones del quehacer humano, como la ciencia, la medicina, la religión, por nombrar algunas, lo cual ha implicado que el concepto tenga una evolución que ha determinado la forma en que se ha visto a las personas que pertenecen a minorías sexuales (mejor llamadas grupos de especial protección), y que todavía en algunas sociedades, encuentran dificultades en la integración de personas LGBT en la plenitud de sus derechos dentro de la sociedad predominante”.
Además, añade, es importante pensar la diversidad sexual en entornos universitarios desde la perspectiva del grupo humano que lo componen como trabajadores, profesores y estudiantes, ya que la Universidad es un lugar en donde se plantean ideas y se desarrolla el pensamiento con el fin de poder transformar la sociedad. “La Universidad recibe a estudiantes, que en su mayoría están alcanzando el proceso de maduración hacia la adultez, todavía sujetos a algunas vulnerabilidades sociales y, por tanto, tiene el rol de favorecer su desarrollo intelectual y proteger, a través de asegurar entornos libres de discriminación, con especial consideración a poblaciones claves como los LGBT”, sostiene el profesional.
En este sentido, comenta que las universidades pueden proveer de entornos de aprendizaje para promocionar el bienestar de estas poblaciones, favorecer entornos seguros y poner en valor la diversidad en todos sus ámbitos incluyendo la sexual y nos entrega algunos ejemplos de acciones como “favorecer la agrupación de estudiantes LGBT, entregando apoyos y la posibilidad de proyectar su desarrollo dentro de la Universidad, tener políticas inclusivas, y considerar a la población LGBT como miembros relevantes a través de su identificación y la demostración del compromiso hacia su inclusión. El uso de signos visibles de orgullo, que entreguen un entorno en donde la diversidad sexual es bienvenida a través de señales concretas para los miembros de la comunidad. Así hay muchos otros ejemplos, algunos específicos incluso dentro de cada una de las posibilidades de la diversidad sexual, con especial énfasis en temas que trascienden lo teórico, como por ejemplo la planificación de la construcción de edificios que consideren diversidades funcionales, baños o hogares estudiantiles con perspectiva en la identidad de género de sus ocupantes”.
Diversidad en la UACh
El académico, además, celebra que la Universidad Austral de Chile haya avanzado en esta temática, resaltando que “en materia de la reglamentación AVD (acoso, violencia y discriminación), se tipifica conductas sancionables en discriminación hacia personas en razón de su orientación sexual o identidad de género o expresión, instancias en donde representantes de los distintos estamentos de la Universidad hacen esfuerzos conjuntos por prevenir y resolver situaciones que pueden afectar con cierta especificidad a la comunidad LGBT. Especial mención tiene el decreto número 12 del año 2019 que autoriza el uso del nombre social para personas trans, lo que permite ajustar la experiencia social e incluso administrativa de las personas trans como parte de la comunidad universitaria basándose en los principios del respeto a la identidad de género, la dignidad y la integridad. Asimismo, las campañas específicas o departamentos como UACh Inclusiva, han ampliado la noción de inclusión a personas LGBT, poniendo énfasis en la promoción del buen trato y mecanismos que permitan la sensibilización de la comunidad universitaria, y la visualización de la diversidad sexual en la universidad”.
Asimismo, agrega que “las personas LGBT+ tanto estudiantes, académicos y funcionarios, han existido siempre dentro de la Universidad, y lo más probable es que en este momento estemos asistiendo a un espacio histórico en donde exista cada vez más una mayor sensibilización de las personas, así como de sus necesidades y potencial de desarrollo”.
En este sentido, el docente destaca dos aspectos pendientes para seguir avanzado en este tema por parte de la Universidad: “La puesta en valor de la diversidad, ya no sólo como un aspecto que es necesario integrar, desde un imperativo que es ético y de derechos humanos, sino también reconocer, en la existencia de nuestra diversidad una riqueza que nos hace únicos, y que es necesaria para el desarrollo tanto institucional como también de las personas que lo componen. Ser capaces de reconocer la diversidad sexual, la posibilidad de desarrollarnos nos da la capacidad de en otras áreas de la vida, ser igualmente integradores. El otro aspecto se trata del trabajo con las comunidades LGBT. Hoy en día, existen tanto organizaciones formales, como también grupos de personas que participan de nuestra sociedad y que se vinculan con la universidad de distintos modos. El reconocimiento de esos vínculos y el trabajo por objetivos conjuntos al rol social de la Universidad es otra oportunidad para la integración. Ya sabiamente se sabe que esto no se puede hacer desde fuera, si no desde y para los involucrados. Nada sobre nosotros si no es con nosotros”, afirma.