Cómo establecer sistemas silvopastoriles que permitan aumentar la productividad y asegurar la regeneración de los bosques de ñirre (Nothofagus antarctica) favoreciendo a los ganaderos de la Región de Magallanes, es uno de los temas que el Dr. Máximo Alonso de la Universidad Austral de Chile ha estudiado en los último años.
El profesor de la UACh es académico del Instituto de Producción Animal (IPA) de la Facultad de Ciencias Agrarias y hace poco presentó un charla titulada “Sistemas silvopastoriles en la Región de Magallanes: Realidad o mito” en los seminarios organizados por el Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territoriode la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh.
En esa oportunidad el académico dio a conocer las investigaciones desarrolladas por su grupo de trabajo en dicha región, las que tuvieron su origen en la búsqueda de una solución “al conflicto que existía en Magallanes, por el uso pastoril de los bosques” y que tenía enfrentados a los ganaderos con las autoridades responsables de su fiscalización.
En la actualidad –indica el profesor Alonso- estos bosques no están siendo manejados con criterios silvícolas y buena parte de ellos están siendo sometidos a un uso ganadero marginal, lo que trae consecuencias negativas, tanto desde el punto de vista de la producción como de la perpetuidad del recurso.
“El uso de los bosques de ñirre en la Región de Magallanes no es eficiente, pues no se aprovecha el gran potencial productivo de la interacción bosque-pradera, lo que genera menores beneficios económicos para los estancieros y ocasiona mayores riesgos ecológicos”, recalca.
Contexto de las investigaciones
En la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, la actividad ganadera se desarrolla en 3,2 millones de hectáreas, siendo los sistemas ovinos y bovinos de carne los más representativos de la región. La ganadería se sustenta en el pastoreo directo de praderas naturales y también aprovecha las condiciones de alimento y abrigo que ofrecen los bosques más abiertos, ubicados en las zonas de contacto con las praderas.
Según datos del Censo Agropecuario (INE 2007), en la región existen 1.255 predios con actividad agropecuaria y forestal y la masa ganadera alcanza a 2.205.570 ovinos y 141.759 bovinos. Al año 2010 las exportaciones del sector pecuario, mayoritariamente carne y lana, alcanzaron los 65,3 millones de dólares.
A pesar de no tener un uso maderero tradicional, los bosques nativos de ñirre son muy apreciados tanto en Chile como en Argentina, no sólo por su valor ecológico y paisajístico, sino que también por su uso ganadero, el cual se remonta a la colonización. De acuerdo a la actualización del Catastro y Evaluación de Recursos Vegetacionales de Chile realizado por CONAF en el año 2008, los bosques de ñirre poseen una superficie de 220.045 ha en la XII región.
Estos bosques corresponden a bosques xerofíticos con precipitaciones anuales entre 300 a 500 mm y se desarrollan a menudo en la zona de contacto con la estepa magallánica y sectores húmedos de vegas. A diferencia de los bosques de lenga (Nothofagus pumilio) y de coihue (Nothofagus dombeyi), cuya madera se explota comercialmente, de los bosques de ñirre sólo se extrae leña y postes para el autoconsumo en las estancias.
Sin embargo, en ellos también se practica el pastoreo extensivo, con ovinos en los sectores más secos y con bovinos en los sitios más húmedos. Su gran potencial ganadero se debe a que el 60% de la superficie de estos bosques se encuentra en terrenos ubicados a menos de 400 metros de altitud y en terrenos con pendientes menores al 30%, lo que los hace accesibles al ganado gran parte del año.
Principales resultados
Proyectos de investigación financiados por el FNDR y el Fondo de Investigación en Bosque Nativo de CONAF han permitido establecer, como sucede en otras partes del mundo, que la presencia de un estrata arbórea semidensa posibilita la existencia de una estrata herbácea capaz de alcanzar rendimientos similares a los de praderas más abiertas, pero de una mejor composición botánica desde el punto de vista forrajero.
La protección de los árboles no sólo permite el crecimiento de especies de mayor valor nutritivo, sino que también prolonga la curva de crecimiento de la pradera que crece bajo el dosel arbóreo e influye favorablemente en el comportamiento animal, debido a las mejores condiciones de abrigo de los animales, lo que les permite a éstos ahorrar energía de termorregulación y destinarla a ganancia de peso.
“Junto con estos aspectos más bien ganaderos, el conocimiento adquirido respecto de la regeneración vegetativa y natural de los bosques nos ha permitido empezar a formular esquemas de manejo silvopastoril con cargas animales, períodos de pastoreo y sistemas de protección de la regeneración adecuados a la realidad de la región”, explica el Dr. Alonso.
“Sólo así será posible aprovechar el gran potencial productivo de estos bosques, asegurando su permanencia en el tiempo y mejorando la calidad de vida de todas las personas que viven en torno a ellos”, subraya.
En este sentido afirma que no todos los bosques tienen potencial silvopastoril, ni es el silvopastoreo el único fin de estos bosques. “En la actualidad, estamos abordando el estudio de los distintos bienes y servicios que proporcionan los bosques en la región y el impacto que tendrá sobre ellos el cambio climático”, dice.
Para ello, “trabajamos en conjunto con CONAF, la Secretaría Regional Ministerial de Agricultura, la Universidad de Magallanes y un grupo importante de productores de la región. Después de varios años de investigación, hoy podemos asegurar que los sistemas silvopastoriles representan una buena alternativa para un sector importante de los bosques de Magallanes y con grandes beneficios para la sociedad. Como yo lo veo, los sistemas silvopastoriles llegaron para quedarse en la región”, enfatiza Máximo Alonso.