<p align="justify">"Soy un hacedor de libro más que un editor. Trato de darle a cada libro el tratamiento que él requiere". Así lo manifestó <strong>Ricardo Mendoza, el profesional detrás de Kultrún Ediciones</strong>, que ha permitido materializar 115 libros, aportando a la descentralización cultural del país. </p><p align="justify">No sin "cierto pudor de hablar de un trabajo que realmente me apasiona", Mendoza participó en la jornada vespertina de "El Intelectual en la Cultura Chilena de la Independencia al Bicentenario", organizado por la <a href="http://www.uach.cl/">Universidad Austral de Chile</a>. </p><p align="justify">Acompañado por una caja de libros editados por Kultrún, Mendoza dictó su ponencia la tarde del jueves 07 de mayo en la Sala Ainilebu de Valdivia, oportunidad en la cual recordó que se embarcó en esta tarea "en parte por mi relación con el escritor Pedro Guillermo Jara".</p><p align="justify">El editor explicó que se involucra en un texto y coloca al diseño al servicio de éste. "El triunfo mío es tratar de desaparecer", explicó, mencionando que cada obra es en sí misma algo en particular, proceso que se contrapone a la producción industrial de libros. </p><p align="justify">Al trabajar en la producción de libros ha tenido que aprender sobre técnicas de impresión e imprentas, además de tipografía. "Nuestro alfabeto es el patrimonio vivo más antiguo de la humanidad", dijo. Esto porque con sus 2000 años de antigüedad, esas formas han tenido un solo cambio incorporado por el movimiento Bauhaus que eliminó las serifas (pequeños adornos colocados en los extremos de los caracteres tipográficos). La letra Arial representa al Bauhaus.</p><p align="justify">Sin embargo -señaló-, hoy, con los computadores y sus programas para manejar textos, se recupera parte de ese patrimonio. En esa línea, destacó la riqueza de las grandes tipografías del Renacimiento, lo que se fue perdiendo con el uso de la linotipia. No obstante, esto actualmente se está recuperando. </p><p align="justify">Sobre el tipo de papel, manifestó su predilección por el Bond marfil, que posee un tono levemente cremoso que hace un gran contraste con la tinta negra, como sucede con el blanco tradicional. </p><p align="justify">También aseguró que las tipografías tienen expresión propia y una carga emotiva totalmente distinta. Para ello mostró diversas publicaciones de Kultrún donde queda bastante claro este planteamiento. </p>