El Fundo Teja Norte, predio de la Universidad Austral de Chile, emblemática zona recreativa de Valdivia, es también un importante área de conservación cuya biodiversidad se verá incrementada por la generación de un bosque comestible, es decir, un sistema agroforestal que combina la producción de alimento con árboles. Este proyecto de largo plazo comenzó su primera etapa con una plantación de especies nativas, trabajo realizado por académicos y estudiantes de las facultades de Ciencias Forestales y Recursos Naturales, de Ciencias Agrarias y Alimentarias y de Arquitectura y Artes, más el apoyo de la CONAF.
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Este esfuerzo de distintas áreas busca involucrar a los estudiantes en la experiencia de contribuir a la creación de este sistema y ser parte de ello, crear docencias, investigación y vinculación con el medio. Así lo expresó uno de sus impulsores, el académico Dr. Carlos LeQuesne, de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales: “Distintas áreas y facultades darán el soporte para que este proyecto se materialice en el tiempo. Se trata de plantar con un sentido y un orden que respete el paisaje local y considere la producción de frutos, así como el aspecto cultural. Será un lugar que podrá ser visitado por distintos grupos de interés”, expresó.
Para el docente, el Fundo Teja Norte reúne las mejores condiciones. Su ubicación permite la continuidad del bosque natural y el clima hace posible tener las plantas al aire libre. “Este lugar está expuesto hacia el norte, por lo tanto, percibe toda la insolación necesaria para que se produzca el fruto”, agregó.
En una jornada de plantación a la que asistieron en forma voluntaria estudiantes de carreras como Ingeniería Forestal, Agronomía, Ingeniería en Conservación de Recursos Forestales y Arquitectura, se plantaron especies nativas como ulmo, notro, murta, canelo y fuinque.
La idea es generar un bosque que posea muchos estratos y que considere distintos usos, es decir, que contenga especies comestibles, especies que sirven para teñir y otras medicinales. “Todo este set puede estar dentro de un bosque comestible formando distintos estratos. En este caso, se plantaron ulmos en el sector sur que formarán una cortina que protegerá al huerto y cuando florezca, en seis u ocho años más, producirá flores que atraerán insectos polinizadores. Para que en el futuro exista mayor productividad son importantes las funciones ecológicas”, explicó el Dr. LeQuesne.
Además de la atracción de polinizadores, el académico señaló la importancia de considerar la influencia de las raíces de ciertas especies en el suelo. Así lo destacó el Dr. Mauricio González Chang, académico del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias: “Existen algunas especies de árboles que pertenecen a las familias de las leguminosas, que tienen la capacidad de poder fijar nitrógeno y así mejorar la fertilidad del suelo”.
El experto en agroecología agregó que “además del beneficio que pueden entregar estas especies arbóreas al suelo, también pueden entregar otros, al ser humano, a través de la interacción con los insectos. Muchos de estos árboles, especialmente los nativos como el ulmo y el tineo, atraen insectos que permiten la polinización de los mismos y de otras plantas, así como también el control biológico de plagas”.
Por ejemplo, señaló que moscas de la familia de los sírfidos se han visto atraídas por las flores del ulmo, lo cual promueve su polinización, pero al mismo tiempo las larvas de estas moscas son ávidos depredadores de pulgones. Así, árboles de esta especie podrían contribuir al control de pulgones en sistemas agrícolas que buscan la diversificación con bajo uso de insumos externos.
Para Robin Browaldh, ingeniero en conservación de recursos naturales y estudiante de postgrado, los beneficios del bosque comestible en este predio “son tener cerca e inmerso en la matriz urbana un espacio demostrativo abierto de uso para futuras investigaciones y de fines educativos que permitan experimentar estas alternativas poco exploradas en el contexto nacional mientras busca ayudar en el proceso de resolución de preguntas relacionadas a los efectos de la biodiversidad desde arbórea a herbácea junto con las comunidades de artrópodos, incluso de aves y otras que puedan ser tomadas relevantes a beneficio de la producción agrícola en Chile”.
Agregó que esta iniciativa se incorpora al museo de árboles Arboretum y servirá de banco de plantas madre de diversas variedades de especies nativas que proveen alimento o especies agrícolas tradicionales y variedades que pudieran perderse. “Dado que existen pocos cultivares en general en Chile, este espacio permitiría acumular el espectro de especies nativas y tradicionales en un arreglo agroforestal”, afirmó.
Algunas de las especies que a futuro se integrarán a este bosque comestible serán maitén, palma chilena, queule, productoras de fruto, avellano, peumo, chaura, enredaderas, maqui y corcolén, entre otras.
Cabe mencionar que esta iniciativa, además de las facultades mencionadas, cuenta con la colaboración de la Ilustre Municipalidad de Valdivia, CONAF, el Centro Experimental Forestal y Vivero Bosques del Sur. En la jornada de plantación se contó con la participación de académicos de las Facultades involucradas Dres. Felipe Zúñiga y Carlos LeQuesne (Cs. Forestales y Recursos Naturales), Mauricio González Chang (Cs. Agrarias y Alimentarias) y Leonardo Agurto (Arquitectura y Artes), además de profesionales de la Corporación Nacional Forestal.