Cada lunes, miércoles y viernes, desde hace 3 semanas Catalina Viveros Uribe se instala al mediodía a un costado del punto limpio de residuos orgánicos del Casino Central del Campus Isla Teja. Allí supervisa la forma en como los estudiantes botan sus residuos después de almorzar.
En todo momento está atenta para que cada cosa (residuos orgánicos e inorgánicos) llegue al lugar que corresponde. “Les digo que no se puede botar vasos, que los vasos van en ese tubo. En el contenedor pueden botar solo la comida. Algunos lo hacen y otros no me escuchan”, señala.
Catalina, joven con Síndrome de Down, tiene 19 años y estudió en el Colegio Incapoyén de Valdivia. Actualmente realiza una práctica de 3 meses en la UACh. Comenzando la jornada, se ocupa del aseo de las mesas, atiende la cafetería, y a la hora del almuerzo se traslada a la zona de desconche, donde da instrucciones a los estudiantes cuando van a entregar sus bandejas.
“Tiene muy buena disposición para trabajar, es amable, muy educada y transparente”, dice Misael Llancapán, funcionario de la cafetería. “Para el casino ha sido una experiencia muy enriquecedora. Se ha generado un clima laboral más positivo, tiene buen humor y hace reír”, dijo Ingrid Oporto, administradora de este recinto.
“Un día le pasamos 50 bandejas para secar, pero se le hizo poco, terminó secando trescientas. Aprendió ligerito”, comentó Gabriel Jerez. “Tiene mucha capacidad, es igual que nosotros, pero en cada cosa que hace es muy minuciosa”, destacó.
En una primera etapa de entrenamiento, todos cooperaron para que ella pueda aprender, ahora es autónoma, explica Fabiola Hernández, Jefa de la Unidad de Control de los Establecimientos de Alimentación (UCEA). “A nivel de equipo, su presencia ha contribuido a fortalecer la tolerancia, respeto, paciencia y la flexibilidad en un marco de compañerismo”, agregó.
La práctica de Catalina tuvo su génesis en «Ecobots», proyecto de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería que entre sus objetivos buscaba fomentar capacidades laborales en jóvenes con discapacidad intelectual. Ella fue una de las beneficiarias del taller de reciclaje de materiales en desuso y robótica, orientado a desarrollar capacidades laborales para enfrentar un empleo; entre éstas, habilidades técnicas básicas, uso de herramientas y trabajo en equipo.
Derribando prejuicios
“Nos dimos cuenta de que las personas con discapacidad intelectual son las más vulneradas y a quienes se les da menos oportunidades laborales”, dijo Felipe Cid, académico del Instituto de Electricidad y Electrónica de la UACh y Director de Ecobots.
Con el propósito de demostrar a los empresarios que pueden desempeñarse en un trabajo que se adecúe a su perfil, impulsaron un piloto en la UACh y en una empresa. Para el acompañamiento contrataron a Best Buddies, fundación que se dedica a desarrollar habilidades socio-laborales en personas con discapacidad intelectual y trastornos del desarrollo.
Estas motivaciones coincidieron con el interés de la Dirección de Servicios por insertar personas con discapacidad intelectual en ciertas labores, siendo la primera experiencia el Casino.
El acompañamiento de la fundación comenzó desde antes que ella llegue con una charla de concientización que dictó la educadora diferencial y preparadora laboral Bárbara de la Barra a las funcionarias y funcionarios del Casino Central. “La idea es que le exijan como a cualquier persona y que la traten como a una igual para derribar estereotipos”, indicó.
En ese contexto, la Jefa de la UCEA precisó que “nuestro objetivo es que Catalina pueda desarrollarse laboralmente en un ambiente que potencie sus habilidades, que le permita crecer y adquirir destrezas únicas”.