El impacto del cambio climático sobre la producción agrícola en Chile y el mundo, ha concitado la preocupación de investigadores nacionales y extranjeros, en embargo, hay escasos trabajos que estudien su impacto en la ganadería en Chile.
En nuestro país hay claros ejemplos de dicho cambios, como lo es la sequía que ha afectado la zona centro-norte del país y los cambios en la distribución de las precipitaciones.
En este sentido “el aumento en la frecuencia e intensidad de los accidentes climáticos, los que en su conjunto están modificando la geografía agropecuaria de Chile”, explica el Dr. Rodrigo Arias, académico del Instituto de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile (UACh).
Motivado por este contexto el Dr. Arias Inostroza, comenzó el año 2013 el proyecto Fondecyt 11121320 titulado “Efecto de las condiciones climáticas y consumo de energía, metabolizable en la respuesta productiva y calidad de la carne de novillos”.
Este estudio, aborda la relación entre las variables climáticas, la respuesta productiva de los animales y la calidad del producto que se obtiene, específicamente la calidad de la canal que se produce.
El proyecto Fondecyt responderá las siguientes interrogantes responderá las siguientes interrogantes: ¿Cuál es el comportamiento de los animales cuando enfrentan condiciones de clima desfavorables? ; ¿Cuál es el efecto de la época de finalización (invierno ó verano) y el nivel de energía de la dieta sobre la respuesta productiva y la calidad de la carne de novillos?, y ¿Cuál es la importancia económica de las condiciones climáticas en la engorda de novillos?
“Como el proyecto está en plena ejecución, no es posible aun presentar conclusiones al respecto. No obstante, basado en los datos hasta ahora colectados es posible afirmar que el nivel de energía consumida, junto a las condiciones de clima y ambiente tienen un importante rol en el balance energético del animal”, indica el Dr. Arias, actual Presidente de SOCHIPA.
Asimismo, agrega que la utilización de índices termales resulta ser una herramienta práctica para determinar el nivel de confort animal y/o el riesgo de estrés de los animales.
Experimentos
Para aclarar las preguntas del proyecto, el investigador habilitó una unidad de engorda con capacidad para 24 animales divido en 4 corrales para 6 animales cada uno. Cada corral a su vez cuenta con 6 comederos individuales semi-automatizados (AMERICAN CALAN), ubicados en un cobertizo).
Las unidades CALAN poseen con una puerta de acceso que se abre mediante una llave inalámbrica que sólo permite el acceso de un único animal por comedero, lo que permite tener un control sobre la ingesta de alimento, aspecto clave en los ensayos planificados en este estudio. En tanto, Ganadera Araucanía S.A., provee los animales necesarios para ejecutar los 4 experimentos planificados en el proyecto.
El primer experimento se ejecutó en el invierno del 2013 (junio a octubre), y correspondió a la primera de dos engordas invernales. En tanto, el segundo, se efectuó en el período enero-abril del 2014 correspondiente a la engorda estival.
Previo al inicio de cada experimento se llevó a cabo un entrenamiento de los animales, para habituarlos a la nueva infraestructura de corrales y al uso de los comederos CALAN, periodo que varío entre 14 y 21 días, según la época del año. Durante éste período los novillos recibieron una dieta única de silo bolo de pradera ad libitum, es decir sin restricciones, registrando su preferencia por algún comedero en particular dentro del corral.
Asimismo, indica el Dr. Arias, se les fue enseñando a los animales a perder el miedo al comedero y a empujar la puerta de acceso. “Una vez finalizado el período de entrenamiento se procedió a colocar las llaves a cada animal para comenzar la fase experimental. En cada uno de los experimentos la mitad de los animales recibió uno de los dos tratamientos: Trat1 = 1,85 veces la energía metabolizable de mantención (EMm) o bien Trat2 = 2,72 veces EMm”.
Durante el experimento invernal se midió además la profundidad del barro en distintas zonas del corral, así como también se evaluó la cantidad de barro adherida al animal mediante una escala de observación (escala de 1 a 5).
En tanto, “durante el verano se evaluó la tasa de respiración y la escala de jadeo. Simultáneamente, se colectaron además las variables meteorológicas en cada estación para posteriormente relacionar los resultados de producción, comportamiento y calidad de la canal con éstas variables climáticas; y con algunos índices de estrés térmico del ganado bovino obtenidos a partir de los datos climáticos”, señala el Profesor de la Carrera de Agronomía de la UACh.