Se cree que las Fake News son un problema reciente, propio de los medios sociales y las tecnologías digitales. Sin embargo, la circulación de noticias falsas y la manipulación deliberada de información son una argucia relativa y lamentablemente común que deben enfrentar los medios y los periodistas. Basta recordar lo que fue la última elección presidencial en EEUU, el Brexit en el Reino Unido o la reciente proliferación de discursos pseudo y anti-científicos durante la pandemia. En Chile, hace un par de semanas circularon informaciones que ponían a un presidenciable como evasor del transporte público y habiendo recibido de tratamiento por consumo de drogas; al otro candidato, se lo indicaba como dispuesto a enviar a menores de edad a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, mediante fotomontajes y frases falsas.
Casos como los anteriores, con más o menos impacto, socaban principios fundamentales del periodismo, alejándolo aún más de las audiencias que desconfían cada vez más de los medios y sus mensajes, al tiempo que corroen la idea de que la información responsable, verificable y oportuna es elemental para el sustento de la democracia y la discusión pública. Este contexto, nos desafía a los periodistas a repensar los cimientos éticos y el propósito del oficio para enfrentar su crisis existencial y el futuro de la comunicación con nuevos bríos.
El reto de los próximos años, para profesionales y comunicadores en formación, será reforzar el carácter público del periodismo, su función social, así como la responsabilidad que recae en los medios de escuchar más y mejor en contextos diversos, promoviendo el debate ciudadano informado. El sistema mediático tendrá que ser más conectado, plural y responsable con sus audiencias, por lo que, consecuentemente, será esencial invertir en calidad de la información y desplegar acciones concretas contra los discursos de odio, la intolerancia y los contenidos maliciosos. Habrá que aferrarse como nunca a valores éticos renovados y a la posibilidad de una mejor gestión y gobernanza medial. En tal contexto, la incumbencia de las escuelas de Periodismo será primordial y estará por verse si estamos a la altura del desafío. Esperemos que así sea.