* Uno de sitios más importantes para este estudio se vio afectado por un incendio en marzo de este año, lo que hace replantearse el valor patrimonial del ciprés de cordillera y la importancia de conservarlo.
A través de los anillos de los árboles se reconstruyen las precipitaciones y los caudales de los ríos, creando una importante base de datos con la cual se puede comprobar si eventos climáticos actuales sucedieron de igual forma en el pasado.
El proyecto Fondecyt 1121106 “High resolution hydroclimate variability in the central Andes of Chile and Argentina during the last millenium: a tree ring and modelling perspective” estudió el ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis) y araucaria (Araucaria araucana) en un transecto que cruza la Cordillera de Los Andes desde San Felipe hasta Chiloé continental, es decir, 1200 kilómetros de extensión. “Los árboles más antiguos, sin embargo, los encontramos en la localidad de El Asiento, en San Felipe. Aquí, las maderas son particularmente antiguas y la sensibilidad que poseen sus anillos anuales de crecimiento es excepcional. Ninguna cronología construida por nosotros tiene la calidad que encontramos en este lugar”, afirmó el profesor LeQuesne.
Pero ¿qué hace que este sitio albergue los mejores cipreses de la cordillera desde el punto de vista científico? El profesor explica que se encuentran en un enclave de la Cordillera de la Costa, en condiciones límite para su supervivencia. “Es la situación de aridez más extrema que esta especie puede tolerar para crecer y por estar en esta condición la sensibilidad de los árboles para capturar las variaciones del clima es extraordinaria y la conservación de las maderas por encontrarse en ese ambiente seco también es excepcional”.
“Imaginemos la erupción del Vesubio, que hizo que la ciudad de Pompeya quedara encapsulada en el tiempo…lo mismo sucede en cierta medida aquí, donde las características del terreno hicieron que se conservaran estos árboles monumentales en este sitio y no en otro lugar”, agregó.
El investigador lo define como un ecosistema único. “Los cipreses habitan junto a otras especies endémicas”. Las maderas muertas conservadas en colecciones en la UACh, ordenadas, trabajadas y preparadas “son como una gran biblioteca donde está escrita la historia pasada del régimen hídrico que afectó a la zona”.
Patrimonio
Un tema aparte es el caso del sector de El Asiento. En este lugar se han registrado los últimos 5 años más secos de todo el registro instrumental que abarca los últimos 150 años. Esto, sumado a las altas temperaturas, contribuyó a la propagación del incendio ocurrido en marzo de 2016 que quemó 750 hectáreas de esta área protegida de bosque esclerófilo. Entre 40 y 50 individuos adultos (longevos) de ciprés de la cordillera fueron afectados por el fuego.
A raíz de este proyecto el vínculo del equipo de la UACh con la comunidad de El Asiento se fortaleció, y este incendio catastrófico preocupó mucho a los investigadores. “El fuego no es nuevo ahí, pero las condiciones de sequía y altas temperaturas sí lo son, entonces no sabemos bien cómo van a responder los árboles, cuál es su capacidad de resiliencia para soportar esa condición tan extrema”, explicó el profesor.