El escaso conocimiento que existe en Chile sobre la ecología de invertebrados hace que el hallazgo sobre los hábitos alimentarios del caracol negro (Macrocyclis peruvianus) impacten a la comunidad científica. Recientemente una publicación de la revista Austral Ecology (ver enlace) difundió los registros realizados por un proyecto de ciencia ciudadana del Dr. Rodrigo Barahona-Segovia, académico de la Universidad de Los Lagos, y donde se sumó el trabajo de Gabriel Orrego, de la Fundación Fungi y los estudiantes de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh Esteban Gallardo Pillancari, (Magíster en Ciencias mención Bosques y Medio Ambiente), y Felipe Osorio, (Doctorado en Ciencias Forestales y Recursos Naturales). Este grupo de científicos describió los primeros registros de micofagia del caracol negro en bosques nativos de nuestro país.
Los 21 registros identificados a través de ciencia ciudadana corresponden a fotografías y videos alojados en una página de Facebook, los que se complementan con registros de Instagram y la página de ciencia ciudadana iNaturalist, demostrando la elección del caracol negro de diversas especies de hongos para su alimentación.
Así lo explicó Esteban Gallardo, quien participó en la revisión taxonómica de estas especies de hongos, clasificándolos en cuanto a género y especie. “Fueron 21 registros de eventos de caracol negro consumiendo hongos e identificamos muchas especies que son muy conocidas. Es el caso del hongo Marasmiellus alliiodorus, muy popular porque los tomas y desprenden olor a ajo. El género Ramaria, conocido como changle, hongo comestible común de encontrar en ferias durante el otoño; y Grifola gargal, que es bastante cotizado y posee un aroma muy particular”.
De acuerdo con la publicación, son tres especies de hongos (Marasmiellus alliodorus, Aleurodiscus vitellinus y Grifola gargal) y cinco géneros (Armillaria, Boletus, Mycena, Pholiota y Ramaria) los identificados. El 58,82% de los hongos consumidos se encontraba en restos leñosos, este dato -según los científicos- podría ser clave para este invertebrado, ya que aquí es donde crece la especie de hongos Agaricales.
“Son hongos que se distribuyen en su mayoría en bosques templados, desde la región del Biobío hasta la región de Aysén”, indicó Gallardo.
Para el estudiante de Magíster de la UACh resulta peculiar la preferencia del caracol negro por especies que para el ser humano también son comestibles. Sin embargo, en el listado figuran también hongos que no son comestibles para el ser humano. “No se sabe si tienen predilección por una especie más que otra o si simplemente es oportunismo”, aclaró.
En tanto, el caracol negro se sitúa en parches de bosque nativo, especialmente en el hotspot de biodiversidad entre las regiones del Maule y Aysén. Este caracol terrestre se caracteriza por poseer un color negro brillante y un caparazón marrón gigante, llegando a alcanzar el tamaño del puño de una mano.
Su avistamiento no es fácil. “Lo he visto solo en una ocasión. Únicamente se puede encontrar en bosques mejor conservados. De hecho, los registros de ciencia ciudadana se localizan en su mayoría en parques o zonas protegidas”, relató Gallardo.
Estudio inédito
¿Qué tan significativo es este descubrimiento científico? Para el joven investigador existen diversos enfoques desde el cual analizarlo. Uno tiene relación con el conocimiento de la función íntegra de los ecosistemas. “Vemos el caracol y los cuerpos fructíferos, pero no pensaríamos que estén funcionando dentro de un mismo sistema y que se están alimentando constantemente. Demuestra, además, que el conservar estos hongos también va a beneficiar a este caracol porque de alguna u otra forma se va a mantener su alimento”, explicó.
En este sentido, destaca también la relevancia de los antiguos bosques de Nothofagus, que es donde crece el hongo Grifola gargal.
Pero además de describir los hallazgos de micofagia, el artículo agregó el primer registro de M. peruvianus alimentándose de otro caracol terrestre nativo llamado Plectostylus peruvianus (Bothriembryontidae).
Finalmente, cabe resaltar que estos resultados fueron posibles gracias a quienes se interesaron en participar y publicar sus hallazgos, ya que la historia natural es la base de todo.