Su cuerpo menudo y frágil ya no recorrerá los paisajes fluviales y lacustres del sur austral valdiviano ni los jardines de hortensias que tanto amó. A los 98 años, ha fallecido en Valdivia el Dr. Fernando Oyarzún Peña, médico psiquiatra, académico, terapeuta y profesor emérito de la Universidad Austral de Chile, de dilatada trayectoria académica y vasta obra disciplinar.
Nacido en Santa Cruz, valle de Colchagua, en mayo de 1924, fue el menor de tres varones que crecieron en el seno de una familia de dinámica compleja, como él mismo reconoció, constituida por unos padres de personalidad y mentalidades muy distintas y contrastantes, lo que marcó significativamente su infancia. Su hermano mayor fue el destacado filósofo, escritor y pensador, Luis Oyarzún, a quien lo unió una contradictoria y ambivalente relación de fraternidad y competencia. Terminada la instrucción primaria (preparatoria), que cursó en la escuela pública de su pueblo natal, el niño Fernando continuó sus estudios secundarios (humanidades) en el Internado Nacional Barros Arana, de Santiago, donde nuevamente se encontraría a la sombra de su hermano Luis. Sin embargo, ya en aquél tiempo el joven Fernando empieza a destacarse por su bonhomía, compañerismo, habilidades deportivas e inquietudes literarias.
Su buen rendimiento escolar y sus méritos estudiantiles contribuyeron entonces al florecimiento de una autoestima más integrada, logrando superar las inseguridades que lo acomplejaron en la infancia. Por aquellos años, siendo aún estudiante secundario, trabó relación con el poeta, escritor, físico y profesor, Nicanor Parra, y con el filósofo y académico, Jorge Millas, quienes hacían clases en el INBA para pagar sus estudios universitarios, accediendo Oyarzún a un estimulante mundo intelectual que ejercería una gran influencia en su vocación por las Humanidades. Inclinado inicialmente hacia el Derecho, terminó estudiando Medicina aconsejado por su hermano Luis.
En 1944 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile e inició su práctica clínica en el Hospital El Salvador, siendo alumno del afamado internista y profesor, Dr. Rodolfo Armas Cruz, y contemporáneo de los Drs. Ricardo Cruz Coke y Esteban Parrochia. Tempranamente, y acicateado por las tertulias filosóficas y literarias que ofrecía su hermano Luis, con quien vivía, el novel estudiante de Medicina inició la búsqueda de horizontes comprensivos más amplios que lo llevaran a superar los reduccionismos biológicos y científico-naturales tan en boga por aquellos tiempos. Animado entonces por un inquieto espíritu humanista e influenciado por la lectura de algunos textos del filósofo y sociólogo Félix Schwartzmann, en los últimos años de la carrera de Medicina Oyarzún siguió algunos cursos en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile, donde compartió aula con Humberto Maturana y Francisco Varela. Se fue abriendo entonces el camino a la integración de lo humano que tanto anhelaba y atraía al futuro psiquiatra. Graduado como médico-cirujano en 1950, el Dr. Oyarzún se resuelve a comenzar una especialización en Psiquiatría, para lo cual ingresó a la cátedra del profesor y psiquiatra Dr. Ignacio Matte Blanco, por entonces el más renombrado psicoanalista chileno, director de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, de quien llegaría a ser un cercano discípulo y amigo. Paralelamente a su especialización en Psiquiatría, el Dr. Oyarzún cursó una formación como psicoanalista haciendo su análisis didáctico con el Dr. Carlos Whiting. Sin embargo, una vez concluida su formación psicoanalítica, Oyarzún buscó otros rumbos disciplinares que lo alejaron de Matte Blanco, insatisfecho por el excesivo reduccionismo mecanicista y abstracción teórica de la orientación psicodinámica ortodoxa.
Es en esa misma época formativa, a mediados de la década de los ’50, que Oyarzún conoció al Dr. Armando Roa, entonces profesor de la cátedra de Psiquiatría en el Hospital Psiquiátrico de Santiago, vínculo que se gestó gracias a la intermediación de su hermano Luis. Años más tarde, el Dr. Oyarzún lo acompañaría como secretario en la presidencia que Roa ejerció en la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (SONEPSYN) entre 1965 y 1966. Se forjó así una estrecha amistad entre ambos y la apertura de Oyarzún a la corriente clínico-fenomenológica y jaspersiana que cultivaba Roa con particular penetración entre sus discípulos. Terminada su formación psiquiátrica y psicoanalítica, la vida profesional del Dr. Oyarzún transcurría en Santiago entre su trabajo en la Clínica Psiquiátrica Universitaria, su consulta privada y la docencia en las respectivas escuelas de Psicología de las universidades de Chile y Católica, hasta que en 1967 su vida personal, familiar y profesional dio un giro insospechado: fue invitado por el entonces Decano de la recientemente creada Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile, Dr. Ítalo Caorsi, a formar parte del proyecto de fundación del Instituto de Psiquiatría, unidad académica encargada de velar por la formación humanista-antropológica de los futuros médicos valdivianos. Decidido a cambiar de rumbos y a aprovechar tan inédita oportunidad, los comienzos no fueron fáciles, pero Valdivia le permitiría a Oyarzún reencontrarse más tarde con su hermano Luis y con su amigo Jorge Millas, ambos ligados indisolublemente a la historia de la naciente universidad. Al principio bastante solo, lentamente fueron llegando otros colegas, los becarios, algunos psicólogos y otros profesionales con los que fue construyendo un instituto disciplinar y creando un Programa de Especialización en Psiquiatría, que este año celebra su cincuentenario. Progresivamente, los desvelos y esfuerzos fueron dando frutos, al tiempo que fue madurando su pensamiento y obra, que ha recibido el reconocimiento del mundo académico. Siempre generoso en la docencia, sus pares y discípulos lo reconocieron en 1999 como Maestro de la Psiquiatría, galardón más que merecido, tanto como su incorporación en 1978 a la Academia de Medicina del Instituto de Chile y el otorgamiento del Premio Jorge Millas, de la Universidad Austral, en 2011.
Escritor prolífico, Oyarzún es autor de varios libros, conferencias y artículos, así como el padre de una orientación humanista-antropológica en la Medicina y la Psiquiatría chilenas, caracterizada por la importancia central de lo personal y el valor del encuentro interpersonal en los actos clínicos y docentes. Esta dialéctica personalizadora básica, que busca tratar al otro como una totalidad personal y significativa, sea aquél un paciente o un estudiante, ha tenido relevantes alcances en la formación de médicos y psiquiatras egresados de las aulas de la Universidad Austral, pero también ilumina poderosamente otras formas de convivencia humana, por lo que su valor y legado son fundamentales de transmitir a las nuevas generaciones, más aún en los tiempos convulsionados que vive hoy nuestro país.