Por definición, la familia ha sido históricamente el núcleo donde las personas encuentran protección y pueden desarrollarse para enfrentar los desafíos de vivir en sociedad, poniendo a prueba sus habilidades para cumplir con los roles asignados, tanto dentro de la familia, como fuera de ésta.
Tanto hoy, como en las distintas etapas de la humanidad, la familia enfrenta nuevos desafíos y tensiones que la han llevado a reconfigurarse, para continuar siendo la institución primaria que entrega normas, valores, creencias y tradiciones. Así, la familia hoy debe ser entendida en lo más amplio de su definición y configuración; la existencia de diversos tipos de familia es la constatación de la transformación que ha experimentado en el último tiempo, acompañada de una necesaria resignificación de roles y funciones.
La familia es hoy un grupo de personas que no sólo están unidas por lazos consanguíneos, sino por distintos tipos de afinidades que las lleva a compartir visiones y objetivos comunes, en función de un desarrollo pleno e integrador. La coexistencia de formas tradicionales de familia y las nuevas formas de familia en nuestro país pone de manifiesto la diversidad que vivimos como sociedad, la integración y vinculación con otros a partir de una nueva mirada a quienes forman y viven en familia, donde sus integrantes encuentran el espacio para expresarse y vivir, precisamente, esta diversidad.
Vista así la familia, entendida en este escenario de diversidad, adquiere especial valor en los tiempos que vivimos de pandemia, de crisis sanitaria y social, de transformación. Sigue siendo ese lugar que por excelencia nos brinda protección, cuidado y refugio frente a las dificultades. Nos sitúa nuevamente en este centro que siempre ha sido, el centro de la vida de cada uno de sus integrantes, posibilitando la socialización y la adquisición de habilidades necesarias para sobrellevar momentos de crisis.
El contexto actual nos ha llevado a mirar la familia, volver a ella en busca de respuestas que nos permitan entender lo que estamos viviendo y, sea que las encontremos o no, nos entrega la seguridad de estar incluidos en un grupo humano que experimenta lo mismo.
Ese grupo humano que ha debido adaptarse, que ha debido redefinir y adaptar roles, repensar las tareas más cotidianas en función de las situaciones siempre cambiantes e inestables, en la mayoría de los casos, y buscar soluciones recurriendo a la colaboración y la organización de una nueva vida cotidiana.
Hoy el desafío de la familia es mayúsculo, contener, cuidar y mantener se vuelven funciones que se superponen unas con otras simultáneamente y que la agobian, pero que la fortalecen y la sitúan, a cada momento, como el núcleo básico donde todas/os las personas debieran encontrar el espacio necesario para desarrollarse y enfrentar los tiempos actuales.
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