Los servicios ecosistémicos son un concepto y también un enfoque nuevo hacia la conservación de la biodiversidad, pero que “a diferencia de la conservación biológica en sentido estricto, incorpora como algo esencial, el bienestar de las personas y las actividades que ellas realizan”, señala la Dra. Laura Nahuelhual, académica del Instituto de Economía Agraria de la Facultad de Ciencias Agraria de la Universidad Austral de Chile.
La Prof. Nahuelhual es sin duda una de las investigadoras con más experiencia en este tema en Chile, pues lleva años trabajando en distintos proyectos, entre ellos un Núcleo Científico Milenio, tres proyectos Fondecyt, dos proyectos de redes internacionales (CYTED e IAI), el Centro de Investigación del Clima y la Resiliencia (CR2) y el Centro FONDAP IDEAL adjudicado en 2015 por esta universidad.
Particularmente en los últimos tres años, su investigación se ha orientado al estudio de sistemas socioecológicos y su vulnerabilidad frente a escenarios de cambio global, usando el concepto de servicios ecosistémicos como puente entre el sistema social y ecológico.
Para la docente, este enfoque “busca conservar los ecosistemas, pero involucrando a las personas, es decir que la conservación esté orientada no sólo a la protección y a la conservación estricta de la biodiversidad sino que aquello que se conserva también genere bienestar”.
“Cuando hablo de bienestar me refiero a una noción mucho más amplia que simplemente el bienestar material, sino también a la mantención de la salud, la seguridad y las relaciones sociales de las personas”, explica la investigadora.
Para la Dra. Nahuelhual, además de la noción de bienestar, es imprescindible considerar las necesidades humanas “fundamentales”. Es así que el enfoque de servicios ecosistémicos propone argumentos que justifican la conservación de los ecosistemas no solo por su valor intrínseco, sino por las necesidades humanas que se satisfacen a través de estos servicios.
“Entre estos servicios se cuentan la provisión de fibras, la regulación del clima y el agua, las oportunidades de recreación y educación entre otros. La idea es poder incorporar este concepto en la toma de decisiones y específicamente, en la planificación del territorio, con miras a conservar y fomentar el bienestar a distintas escalas espaciales y temporales”, subraya la Profesora.
Para la especialista, resguardar el territorio de manera planificada solo es posible gracias a la “cercana” colaboración con los actores locales. “Se trata de que la información que generemos, efectivamente sirva a sus decisiones y su empoderamiento”, explica.
A juicio de la Dra. Nahuelhual, los servicios ecosistémicos deben propender a la concientización de las personas de la importancia del capital natural como proveedor de dichos servicio, para lo cual su representación espacial (mapeo) puede resultar una herramienta relevante, mostrando a las personas donde se concentran los servicios ecosistémicos (mapeo de flujos), cuál es su valor social, y cuál es la vulnerabilidad del sistemas socioecológico a su potencial pérdida.
El caso de Panguipulli: conciliar el desarrrollo y la conservación
En la comuna de Panguipulli (Región de Los Ríos), la Prof. Nahuelhual desarrolla dos proyectos: “Trayectorias de Sistemas Socioecológicos”, financiado por FONDECYT; y “Vinculando los Servicios Ecosistémicos a la Planificación Territorial” (BEST-p por su sigla en inglés), financiado por el Inter American Institute for Global Change Research (IAI).
En estas investigaciones se han generado mapas de varios bienes y servicios de los ecosistemas, como por ejemplo: provisión de agua, provisión de forraje, provisión de madera, oportunidades de recreación y potencial melífero.
Además de los mapas individuales, se pueden generar mapas de hotspots de servicios. “Con estas herramientas, nos proponemos generar mapas de vulnerabilidad a la posible pérdida de estos servicios frente a escenarios de cambio de uso de suelo y cambio climático”, expresa la docente de la UACh.
Explica que en el proyecto BEST-P, “no teníamos un área específica de ejecución, porque el IAI es muy flexible en ese sentido. Sospechábamos que había un gran capital territorial y social en la comuna, además de las interesantes dinámicas sociales y ambientales. Así es que nos contactamos con Bosque Modelo Panguipulli, que nos dio la entrada para hacer alianza con otros actores”, expresa la docente de la UACh.
Es así como se identificaron, de manera participativa, siete servicios ecosistémicos en esa localidad: la provisión de alimentos; la provisión de fibras incluyendo medicinas; los productos de medicina natural local; la provisión de potencial mielífero; la oportunidad de recreación; la provisión de agua y el control de la erosión y la identidad cultural.
A partir de ese momento, se han enfocado en diversos estudios específicos, como la gobernanza y la relación entre los servicios ecosistémicos y el bienestar, pero mayormente el foco ha estado en el mapeo. “Es importante destacar que la mayoría de estos estudios particulares han surgido de las inquietudes y demandas locales canalizadas, a través de Bosque Modelo Panguipulli”, indica.
Es en este contexto, se generó el documental “Somos bosque y agua”, iniciativa de estudiantes de Magíster de la UACh vinculados a los proyectos que ella lidera y que se lanzará oficialmente este año en la propia localidad.
A través de todo esto, “esperamos que el concepto de servicios ecosistémicos apoye las acciones de conservación en la comuna, contribuyendo a entender de mejor manera las relaciones entre las personas y sus ecosistemas, entre los ecosistemas y los flujos de servicios, y qué puede ocurrir a los servicios ecosistémicos y el bienestar local en escenarios de cambio global”, comenta.
“Como en cualquier territorio, en Panguipulli la planificación territorial tiene como desafío poder conciliar los objetivos de crecimiento económico, conservación de los ecosistemas y bienestar humano y esperamos que nuestra investigación pueda contribuir en este sentido”, concluye la investigadora.