El estudio surgió en torno a un proyecto FONDECYT donde exploraron la experiencia de una joven paciente que estaba atravesando su primer episodio de esquizofrenia. Posteriormente, en un centro clínico se reforzó su práctica de mindfulness mediante intervenciones individuales y grupales durante distintas fases de su enfermedad.
La investigación fue desarrollada de manera cuantitativa y cualitativa, mediante el uso de cuestionarios administrados y pre, post seguimiento a los 3 meses, 6 meses, 12 meses y hasta los 48 meses, reflejando la relevancia que la práctica de mindfulness tiene que ver con un crecimiento lento y progresivo de habilidades como: estar atenta al momento presente de un modo abierto a la experiencia; al mismo tiempo consciente de su cuerpo, de su forma de estar con el mundo de una forma amable y sin juicios. Entonces, al estar presente y consciente de su sintomatología clínica lograba mantener un bienestar psicológico.
Además, se evaluó desde un punto de vista fenomenológico en la experiencia en primera persona, reflejando beneficios para su atención, concentración y memoria, lo que influyó en su capacidad de lectura. “Notó que, tras realizar la práctica de mindfulness, le resultaba más fácil recordar e integrar lo que leía, siendo un punto muy interesante, porque los pacientes con esquizofrenia tienen antes de enfermar dificultades desde el plano cognitivo, memoria de trabajo, sobre todo en cognición social, que es lo primero que se afecta en estos pacientes, asociada a otras funciones ejecutivas, como las capacidades en atención , concentración y memoria”, explicó el Dr. Gerardo Rivera, académico del Instituto de Neurociencias Clínicas y del Instituto de Estudios Psicológicos.
Asimismo, la paciente del estudio se apoyó en breves ejercicios de mindfulness como método para controlar el estrés y la ansiedad, dado que a lo largo del tratamiento se demostró que los síntomas clínicos procedían de una angustia psicótica, que es diferente a la ansiedad reactiva normal, que es la que ocurre frente a otras situaciones ambientales, y que es de difícil control para los pacientes en estado de alto riesgo de psicosis o reagudización en estos pacientes, dificultándoles el poder salir de ese estado. En este sentido, la paciente relató: “Cuando estoy rodeada de otras personas, utilizo el escaneo corporal para disminuir mi ansiedad”.
Las herramientas basadas en mindfulness en las que la paciente fue entrenada, junto con el apoyo farmacológico, fueron insuficientes para afrontar ciertas fases. Por lo que se fue complementando con otras intervenciones basadas en mindfulness, donde se trabajó con compasión, la cual puede ser definida como una “una sensibilidad al sufrimiento en uno mismo y en los demás, con un compromiso para tratar de aliviarlo y prevenirlo”, señaló el Dr. Rivera.
Y agregó: “Desde esta perspectiva, comenzó a manejar y aceptar su sintomatología y las ideas asociadas a ellos, siendo este tópico un punto de inflexión en la terapia. El entrenamiento progresivo en compasión dio lugar a una disminución de la preocupación y del afecto negativo, que se reflejó en las evaluaciones de las fases subaguda y de estabilización a los 9 y 12 meses respectivamente. En la fase de estabilización también se observaron mejoras en las dimensiones de no juzgar, observar y principalmente actuar con conciencia al medir sus habilidades mindfulness. Por lo tanto, se puede hipotetizar que la terapia centrada en la compasión ayudó a la paciente a encarnar las cualidades esenciales de la compasión, que incluyen el amor, la sabiduría, la fuerza interior y la bondad. Esto permitió a la paciente verse a sí misma de una manera más positiva y sin prejuicios, mencionando: ‘Antes yo buscaba la sanación del problema afuera, distintos tipos de terapias, pero me di cuenta que el problema no estaba fuera de mí, me di cuenta que no me define la enfermedad, pero puedo conocerme con mindfulness a través de esta enfermedad’”, contó el Dr. Rivera, quien además se desempeña como psiquiatra en el CESAMCO Amulen del Servicio de Salud Valdivia.
Añadió que “podemos decir entonces que la paciente ha sido más consciente de lo que le sucede, incluso identificando de mejor forma sus síntomas relacionados con su enfermedad, sus síntomas ansiosos y los reactivos a su acontecer ambiental, logrando que con lo aprendido de mindfulness y con el refuerzo en compasión le permitieran descentrarse de lo que le estaba pasando, no identificándose con sus síntomas, teniendo una respuesta más eficiente y compasiva con sus experiencias desagradables secundarias del estrés provocado por su enfermedad o por el ambiente. El desarrollo de la compasión le permitió potenciar su capacidad de aceptar a los demás y no juzgarlos ni juzgarse a sí misma, resignificando así sus propios intentos de ayuda como actos compasivos y reduciendo las críticas al no lograr el efecto deseado con los ejercicios de mindfulness”.
Impacto social para pacientes y salud pública
Con estos resultados los investigadores plantean que la práctica de mindfulness y la compasión puede ser una luz de esperanza para los/as pacientes que presentan alto riesgo de psicosis en esquizofrenias temprana, dado que lo primero que se daña es la esfera de la cognición social, a través de la utilización de intervenciones psicoterapéuticas graduales como parte de un plan integrado en rehabilitación neurocognitiva, que incluya la cognición social.
“Sería interesante estudiar aún más la relación entre mindfulness, compasión y cognición social en salud mental, incluyendo la esquizofrenia, ya que actualmente se está trabajando en la remediación cognitiva en este ámbito. En este punto y ampliando la situación particular de la paciente, es interesante destacar el rol de la cognición social y su relación con las prácticas basadas en mindfulness y compasión, que, a pesar de no tener test específicos que midieran cuantitativamente, sí hubo un cambio en el proceso de la paciente en su rol social, hasta los días de hoy”, afirma del Dr. Rivera.
Y detalla: “La cognición social hace referencia a procesos psicológicos requeridos para percibir, codificar, almacenar, recuperar y regular información social. A partir de esta definición se ha sugerido que existe una relación de continuidad entre la cognición social en la práctica meditativa y la psicopatología, que va desde población sana hasta personas con cuadros de psicosis o enfermedad bipolar, en la que personas sanas meditadoras se encontrarían en el polo con mayores habilidades asociadas a cognición social y en el otro polo se encontrarían personas no meditadoras con psicopatología grave. Asimismo, existe evidencia que el deterioro de la cognición social guarda directa relación con los síntomas negativos y depresivos asociados a que las intervenciones basadas en mindfulness son útiles en reducir dichos síntomas, por lo que se podría esperar que estas sean efectivas para mejorar ese aspecto en personas con psicosis crónica. Recientes resultados demuestran que intervenciones basadas en mindfulness orientadas a mejorar esto, logran no solo mejorar la habilidad, sino que además contribuyen a incrementar otras cómo el autocuidado, lo que queda reflejado en el caso de la paciente de nuestro estudio.”
En cuanto a la salud pública, sostienen que esta investigación deja la puerta abierta a la profundización del estudio entre entrenamiento basado en compasión, psicosis y cognición social, en el que parece haber un rico campo de desarrollo investigativo, para poder establecer un plan de prevención centrado en mindfulness y compasión en colegios en etapa escolar y en etapa secundaria , quienes están en pleno desarrollo neurocognitivo y emocional. También para la pesquisa de estados de alto riesgo de psicosis o para rehabilitación neurocognitiva de pacientes con psicosis temprana.
“Nuestro ánimo es mantener el seguimiento de esta paciente en sus distintas etapas de la vida, que en este momento se encuentra cursando estudios superiores, mantener reportes cuantitativos y fenomenológicos y también poder apoyar a otras personas , sistematizando desde la psicoterapia de tercera generación un apoyo a personas que sufren un padecer psíquico, tanto en población de psicosis temprana y afines como otros cuadros de salud mental, para complementar sus tratamientos y generar alivio y prevención de estos”, comentó el psiquiatra UACh.
Publicación internacional
A la fecha este caso clínico ha sido uno de los más leídos en publicaciones internacionales y quizás el más largo en proceso de tratamiento, utilizando psicoterapias de tercera generación con intervenciones basadas en mindfulness y compasión en un cuadro clínico de una población clínica en que habitualmente no existen intervenciones psicoterapéuticas sistemáticas (alto riesgo de psicosis y psicosis temprana) con tratamiento farmacológico basado en neurolépticos.
“La mayoría de las intervenciones psicoterapéuticas que se han estudiado en mindfulness y compasión en población de salud mental han sido en cuadros afectivos, como depresión recurrente, con probada eficacia clínica, cuadros de la esfera ansiosa, y cuadros de dolor crónico. Por lo tanto, esto podría ser un plan integrado de remediación cognitiva en los pacientes que sufren psicosis temprana, con un buen seguimiento clínico, para apoyar el bienestar psicológico de los pacientes y proteger aspectos cognitivos como la cognición social para que puedan estar más integrados consigo mismos/as y los otros/as, generando un encuentro más personalizado, y así transformar la forma de relacionarse con su padecer psíquico y los demás”, puntualizó el Dr. Rivera.
Accede a la investigación en este enlace https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-031-27003-1_25