En el mes de julio cuatro estudiantes del Liceo Técnico de Valdivia terminan la experiencia de trabajar en el Casino Central del Campus Isla Teja de la UACh. Diego López Fuentealba y Rodrigo López Aravena, egresados el 2016, realizan su práctica laboral, mientras que Nicolás Silva Díaz y Fabián Ochoa Huenupán, alumnos de 4° medio, participan en el Programa Dual.
El Programa Dual se implementa en establecimientos educacionales del área técnico-profesional para que los estudiantes adquieran experiencia en empresas o instituciones que los acogen mientras están cursando tercero y cuarto año de enseñanza media. Es así como en el Liceo Técnico de Valdivia, los jóvenes que optaron por Gastronomía Dual, alternan sus jornadas asistiendo una semana al liceo donde el aprendizaje es teórico y la siguiente, a la empresa donde tienen la práctica de la cocina.
Refiriéndose al Programa Dual, Fabián Ochoa señala, “el objetivo es que nos adaptemos rápido al ámbito laboral. Salir del liceo y tener en la mente cómo es trabajar en una empresa. En tercero medio empieza el Dual y como son dos años uno se adapta y ya sabe de qué se trata”.
Desde marzo del presente año el Casino Central también ha sido el lugar donde Diego López y Rodrigo López han incursionado en el mundo laboral, a través de su práctica en la especialidad Alimentación Colectiva Tradicional. “Estamos a tiempo completo de lunes a viernes. Nosotros no estábamos acostumbrados a trabajar en una empresa y nos adaptamos rápido; es entretenido, todos trabajan bien”, opinó Rodrigo.
Para Diego el ambiente laboral es bueno, al respecto comenta, “uno está trabajando y escuchando palabras de aliento: bien lo hiciste bien… Y si se equivoca, corrigen con buenas palabras”. Lo mismo opina Nicolás al señalar que “el personal es súper amable con los aprendices, tratan de ayudarnos lo más que pueden para que aprendamos a hacer las cosas bien”.
De igual forma Fabián resalta “si uno se equivoca, te corrigen de buena manera, porque no en todas las empresas es lo mismo. Algunos tienen mal genio o poca paciencia y como que les bajan la autoestima a los estudiantes. Aquí te suben la autoestima para seguir adelante”.
Todo ha sido un aprendizaje –comentan– destacando algunos platos que no sabían preparar como lazañas, tomaticán y tortilla española. También ha sido novedoso cocinar grandes cantidades, “en los restaurantes preparan platos más elaborados y con más ingredientes porque se focalizan más en grupos reducidos, como una familia; aquí preparamos para mucha gente hasta mil porciones”, dice Fabián. “Se aprende a trabajar en conjunto, hacer preparaciones al por mayor y a trabajar rápido”, precisa Rodrigo.
El trabajo en equipo es un aspecto que rescata Diego, “para hacer una sola preparación hay diferentes secciones. Cada uno está trabajando en algo y al momento de servir se junta todo. Es más organizado y todos somos uno. En el liceo no pasaba eso, cada persona tenía su grupo de amigos”.
Coinciden en que una de las cosas que disfrutaron más fue la preparación de lazañas “es divertido, porque hay que estar con las láminas esparciendo y después la otra capa y uno se entretiene, lo único malo es cuando se acaba, porque hay que actuar con mucha rapidez e ir al plan B, como el almuerzo es hasta las 2 y media y si no se actúa rápido los alumnos pueden quedar sin su almuerzo”, comentan.
El trabajo en la cocina está muy bien organizado en las secciones de sandwichería, cuarto caliente, cuarto frío, bodega, barra, puesto de los postres y reciclaje, aspecto que también valoraron. “En la mañana rotamos. Si estoy en sandwichería, ayudo a elaborar sándwich y repartirlos en las dos cafeterías. A la hora de almuerzo la maestra nos distribuye; nos puede mandar a la barra, a servir la elaboración, al área de desconche o a reponer”.
“Cada día se hace algo diferente y se aprende algo nuevo y así uno no se aburre haciendo lo mismo todos los días”, asegura Diego.