Identidad, Migración e Inclusión Educativa fue el centro de conversación en reciente Simposio, organizado por la Escuela de Psicología (Valdivia) de la Universidad Austral de Chile.
Con alta participación de docentes, estudiantes y público en general, el encuentro se realizó la mañana del lunes 16 de abril en el Auditorio 3 del Edificio Nahmías, Campus Isla Teja UACh, en el marco de las actividades académicas y de vinculación con el medio de la Escuela de Psicología e Instituto de Neurociencias Clínicas de la Facultad de Medicina UACh.
Contando con la colaboración de la carrera de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, el objetivo fue dialogar y discutir en torno al fenómeno migratorio y su impacto en las escuelas chilenas. Todo ello desde el contraste y conocimiento de iniciativas locales de intervención, a la luz de la práctica y experiencia internacional en la materia.
Para ello se formó un panel de expertos conformado por el Dr. Mark Clarke, Profesor Emérito de Lenguaje, Alfabetización y Cultura en la Escuela de Educación de la Universidad de Colorado en Denver, Estados Unidos; Dr. Felipe Jiménez, Profesor de Psicología Educacional de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile; y Pierre Médor, Profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UACh, responsable de un proyecto que busca apoyar la inserción de migrantes haitianos radicados en Valdivia.
La Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Austral de Chile, Prof. Carmen Rojas Carvajal, entregó una bienvenida y agradecimiento a los asistentes, expositores, organizadores y unidades colaboradoras, nombrando de forma especial a la docente Macarena Lamas por la gestión del evento.
También reflexionó que “si bien la diversidad cultural siempre ha existido en nuestro país, el ingreso en abundante número de estudiantes a colegios, presentando entre sí diferencias idiomáticas, religiosas, axiológicas, conductuales y académicas, requiere de un esfuerzo colectivo para acoger y gestionar esta diversidad. El llamado es a crear identidades institucionales más acogedoras, escuelas inclusivas como reflejo de las diferencias sociales en las que se aprende a convivir, considerando que el respeto por la diversidad debe ser un objetivo educativo”.
¿Cómo estamos en Chile?
Para abrir el debate la profesora Macarena Lamas, coordinadora del área de Psicología de la Educación de la Escuela de Psicología, contextualiza el encuentro desde el notable incremento de población migrante con residencia en Chile, desde los años 90, presentando un alza a partir del año 2001.
Según el Informe del Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID) publicado en 2016, “para el año 2014, se estimó cerca de 411.000 migrantes permanentes residiendo en Chile, cifra que aumenta a 477 mil en 2017”. Estas cifras se calculan según los permisos de residencia definitiva y visas temporales que otorga el Departamento de Extranjería y Migración, por tanto, aclara, “no representa el total de personas extranjeras que viven actualmente en Chile”.
A pesar de ello, señala que Chile sigue enviando más migrantes de los que recibe y por cada inmigrante que vive en el país, tres chilenos residen fuera de Chile.
Luego de recordar las Convenciones Internacionales relacionadas con inclusión de la comunidad migrante, entre las que destaca la Declaración Universal de los Derechos Humanos; la Convención de los Migrantes y sus Familias; Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial y la Convención de los Derechos del Niño, señala algunos avances en política educativa desarrollados a partir de 2008, como el instructivo Presidencial Nº 9 que ordena brindar acceso a salud y al sistema escolar de niños y niñas en condición de inmigrante, y el programa “Escuela Somos Todos”. Sin embargo, explica que “las medidas para atención a la diversidad en las aulas aún son deficientes o, lo que es más preocupante, ancladas bajo la lógica del déficit y, por tanto, del diagnóstico como herramienta de segregación”.
Por último, puntualiza los motivos del encuentro, “la inclusión implica avanzar desde la idea esencialista del concepto de cultura y del determinismo de las variables de entrada de los estudiantes, para entender a las escuelas como como un escenario sociocultural, en donde se lleva a cabo tanto el aprendizaje como el desarrollo entre los sujetos que participan de dichas prácticas, es decir, como contextos en donde se forman identidades, de ahí, la importancia de debatir y repensar la escuela, especificando la dirección para asumir los cambios”.
Experiencia en Estados Unidos
Contextos del Desarrollo: Identidad, Acción y Estudiantes Marginados fue la primera ponencia, realizada por el Dr. Mark Clarke de la Escuela de Educación de la Universidad de Colorado en Denver, Estados Unidos.
En la presentación trató sobre su experiencia de investigación-acción basada en un estudio de caso, la New America School (NAS), escuela secundaria que construyó su identidad institucional involucrando la participación de toda la comunidad educativa y en asociación con la Universidad de Colorado en Denver, para transformarse en una escuela inclusiva, abierta a su comunidad, diversa y activa, para estudiantes de bajos ingresos, minorías, inmigrantes y refugiados.
En este establecimiento, el 95% de los estudiantes se clasifican como «en riesgo» de acuerdo con los criterios estatales: 33.4% tienen problemas de drogas o alcohol; 23.4% son padres jóvenes; 18.5% son miembros de pandillas; 5.3% están en libertad condicional; 89% de los estudiantes son latinos; 63% son aprendices del idioma inglés; 91% ingresan a la escuela por debajo del nivel de grado en lectura; 97% ingresan por debajo del nivel de grado en el uso del idioma; 95% ingresan por debajo del nivel de grado en matemáticas; 87% se clasifican como debajo de la línea de pobreza; y aproximadamente el 70% abandonaron otras escuelas antes de asistir a la NAS.
Entre otros aspectos, se refirió a la identidad organizacional como un elemento importante para manejar este escenario. “Las instituciones tienen identidades que a su vez dan forma a las identidades de las personas que trabajan. Simultáneamente, las identidades individuales y organizacionales se construyen mutuamente”, explicó, e identifica cinco elementos que conforman la identidad organizacional:
– La política, que proporciona los arreglos formales y la autoridad para nuestro trabajo. Las políticas deben reconocer la diversidad cultural y proporcionar flexibilidad en torno a áreas clave como evaluación, asistencia y participación, el tamaño de la clase y el apoyo del personal.
– Los programas convierten la política en práctica y proporcionan la estructura para el trabajo. Incluidos en esta categoría están el currículo, los libros de texto y otros materiales de instrucción, así como las pautas formales para la disciplina y la administración del personal.
– Las realidades del tiempo y del espacio, estructuras de la universidad y la escuela, calendarios y horarios de estas instituciones, dan forma al universo de nuestras interacciones e influyen en nuestras percepciones de lo que es posible.
– Funciones y responsabilidades de los profesores, administradores y personal de la escuela ejercen influencias poderosas pero a menudo implícitas sobre el pensamiento y la acción, y pueden inhibir la colaboración efectiva.
– Actitudes y acciones personales moldean la calidad de la interacción y los resultados de la colaboración; estas son las manifestaciones visibles de identidad y, a menudo, las más difíciles de cambiar.
Aulas de acogida
El Dr. Felipe Jiménez de la Escuela de Psicología de la Pontificia U. Católica de Valparaíso, expuso El dilema de los dispositivos escolares de acogida para estudiantes de origen inmigrante, donde comentó acerca de la experiencia piloto en escuelas de la zona Metropolitana para introducir dispositivos escolares de acogida del alumnado de origen migrante, aludiendo también a las contradicciones en su funcionamiento.
Dentro de lo conversado, el experto dijo que si bien existe un aumento de la población migrante, en Chile aún tenemos un crecimiento suave al respecto. “Lo preocupante es la consolidación de nuevos colectivos al contexto escolar, que implica nuevos desafíos a profesores que en general no están preparados para ello”, señaló. También recalcó que como el fenómeno migratorio en las escuelas es tan reciente, tampoco existe mucha investigación al respecto.
Sobre el apoyo gubernamental, aludió a Educación e Interculturalidad: Orientaciones desde la Práctica (ver aquí) publicado en 2016 por la Fundación para la Superación de la Pobreza, como el primer y, entonces, único documento para que las escuelas pudieran utilizar como guía a su trabajo. En 2017 el Ministerio de Educación publicó otras orientaciones, que el docente describió como “orientaciones técnicas con falta de soluciones prácticas, concretas para que una escuela arme su programa de acogida para inmigrantes. Como grupo de investigación nos propusimos hacer estudios con un grupo de escuelas, para lograr un programa o plan concreto de orientaciones acerca de cómo hacer una escuela inclusiva”.
La importancia del idioma
Para finalizar, el Profesor Pierre Médor, de la Facultad de Filosofía y Humanidades UACh, presentó Migración inclusiva, mostrando el trabajo que se realiza con la comunidad haitiana residente en Valdivia, proyecto de aprendizaje de la lengua vehicular, el español, como herramienta de integración social y cultural.
Pierre relató cómo surgió esta iniciativa y comenzó a vincularse con diferentes instituciones y entidades colaboradoras, hasta darle forma al proyecto que ya tiene una generación licenciada.
Además, el docente dio a conocer su testimonio biográfico, emocional y vivencial de su experiencia como inmigrante haitiano en Chile, que ha incluido discriminación, exclusión y segregación, reflexionando acerca de los prejuicios y estereotipos respecto a la comunidad haitiana. También compartió aspectos de la cultura y costumbres de su país de origen.